Escucha:
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:39)
El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. (Rom 13.10) Palabras del apóstol Pablo. Si obedecemos el mandamiento de amar al prójimo, las demás declaraciones de la ley, las que condenan las actitudes que hieren a nuestro prójimo, perderán su importancia. El amor, de hecho, es el cumplimiento de la ley. Porque el amor no obra mal contra el prójimo. Por lo tanto, si no nos amamos, todo está comprometido. Aunque hablemos en lenguas, expulsemos demonios, dominemos todos los campos de la teología, tengamos visiones del cielo y de los ángeles (1 Cor 13, 1-3). Sin amor, no hay vida ni fe cristiana.
«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad». (1 Cor 13:4-6) Aquí Pablo nos confronta con las características del amor. Si amamos, no envidiamos, no nos jactamos (tomamos ventaja) y no nos enorgullecemos de nuestras relaciones. Quien ama no golpea, no ataca, no controla, no abusa, no usa como si fuera un objeto, no se aprovecha, no engaña, no actúa sin considerar las consecuencias para el otro. Si nos guiamos por el amor al prójimo, la injusticia no encontrará lugar en nosotros.
«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:20-21). Ahora es Juan quien nos habla. Nos dice que si no actuamos con amor por el otro, el amor que decimos tener por Dios será una farsa, porque el amor a Dios sin amor al prójimo no es el verdadero amor. Eso es muy grave porque se convierte en un criterio de juicio para nuestra espiritualidad.
Así que estas son algunas implicaciones para el deber de amar. En la fe que Jesús nos enseñó, amar no es una opción y no cualquier amor es el que sirve sino aquel amor que toma como punto de referencia es Dios. Y todo comienza con el amor que recibimos de Dios. Y si recibimos amor, debemos dar amor.
Ora:
Señor, que Tu inmenso amor cubra siempre mi corazón y sea el punto de referencia para glorificarte amando a mi prójimo conforme lo dicta Tu Palabra. Amén