05 de Febrero: Fe y Esperanza

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)

Palabra:

El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. (Romanos 4:18)

Abraham es el padre de la nación de Israel y también el padre de la fe. En él están todas las familias de la tierra bendecidas. Caminaba con Dios y se le llamaba el amigo de Dios. Creía en Dios y estaba justificado por la fe. Dios lo tomó de Ur, de los caldeos, una tierra pagana e idólatra, para hacerlo el padre de una gran nación. Le prometió un heredero, pero esto sólo llegó cuando Abraham tenía cien años. Su esposa, que tenía noventa años, además de ser estéril, no tenía más condiciones biológicas para engendrar. Abraham, de la misma manera, ya estaba con su cuerpo físico, desgastado en la vejez.

Pero lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. Abraham, contra toda evidencia, creyó en Dios y esperó, incluso contra la esperanza, y el milagro ocurrió. ¡Isaac, el hijo de la promesa, nació!

Dios nos llama a vivir por la fe y no por lo que vemos. La fe ve lo que los ojos no ven, toca lo que las manos no sienten y se apropia de lo que es humanamente imposible.

La fe es certeza y convicción. La fe se ríe de las imposibilidades porque se apropia de las promesas del que no puede fallar. La fe ve más allá de la oscuridad de las circunstancias adversas y camina resuelta y supremamente, incluso cuando la esperanza humana ya ha entregado los puntos. La fe espera contra la esperanza, sin disminuir nunca. ¡Hemos sido salvados por la fe y caminamos de fe en fe!

Oración:

Señor, que no vea la magnitud de la prueba que enfrento sino el tamaño inigualable de Tu poder y misericordia. Que no dude de la victoria, siempre que medie Tu presencia en mi vida, y que entienda que las pruebas son parte del crecimiento y transformación que deseas que experimente. Amén.

Resumen de Capítulo – Romanos 4:

Para ilustrar lo que acaba de enseñar en los versículos finales de Romanos 3, Pablo se refiere al ejemplo de Abraham. Abraham fue justificado por su fe, no por las buenas acciones que realizó (4:1-3). (Para entender las ilustraciones referidas a Abraham, lee Génesis 12: 1-3; 15: 1-6; 16: 1-16; 17: 15-22; 18: 1-15; 21: 1-21). La justicia es un don que se recibe por la fe, no un pago por el trabajo que hace la persona (4:4-5). David, al igual que Abraham, sabía que la justicia viene sólo por la gracia de Dios, no por las buenas obras (4:6-8). No tiene nada que ver con la circuncisión, porque Abraham fue justificado antes de ser circuncidado. Recibió la circuncisión más tarde, como signo externo de la fe interna que ya tenía. Se le puede llamar padre espiritual de todos los justificados por la fe, sean judíos o gentiles (4:9-12).

El principio que subyace en el trato de Dios con la humanidad, judía y gentil, es que da sus promesas por gracia, y las personas las reciben por fe (4:16). Dios prometió a Abraham, sin hijos, que engendraría una multitud de personas. Aunque Abraham y Sara ya habían pasado la edad en la que normalmente esperarían tener hijos, Abraham siguió confiando en la promesa de Dios y creyó que Dios podía hacer lo imposible (4:17-21). Dios aceptó a Abraham como justo porque éste confió en que haría lo que había prometido. Del mismo modo, Dios aceptará como justos a quienes confíen su salvación en lo que Cristo ha hecho por ellos mediante su muerte y resurrección (4:22-25).

Comentario Bíblico 2 Corintios 9:7:

La promesa fue hecha a Abraham mucho antes de la ley. Señala a Cristo y se refiere a la promesa, Génesis xii, 3:»y serán benditas en ti todas las familias de la tierra». La ley producía ira al indicar que todo transgresor queda expuesto al descontento divino. Como Dios tenía la intención de dar a los hombres un título de las bendiciones prometidas, así designó que fuera por la fe, para que sea totalmente por gracia, para asegurársela a todos los que eran de la misma fe preciosa de Abraham, fueran judíos o gentiles de todas las épocas. La justificación y la salvación de los pecadores, el tomar para sí a los gentiles que no habían sido pueblo, fue un llamamiento de gracia de las cosas que no son como si fueran, y esto de dar ser a las cosas que no eran, prueba el poder omnipotente de Dios. Se muestra la naturaleza y el poder de la fe de Abraham. Creyó el testimonio de Dios y esperó el cumplimiento de su promesa, con una firme esperanza cuando el caso parecía sin esperanzas. Es debilidad de la fe lo que hace que el hombre se agobie por las dificultades del camino hacia una promesa. Abraham no la consideró como tema que admitiera discusión ni debate. La incredulidad se halla en el fondo de todos nuestras dudas de las promesas de Dios. El poder de la fe se demuestra en su victoria sobre los temores. Dios honra la fe y la gran fe honra a Dios. Le fue contada por justicia. La fe es una gracia que, entre todas las demás, da gloria a Dios. La fe es, claramente, el instrumento por el cual recibimos la justicia de Dios, la redención que es en Cristo; y aquello que es el instrumento por el cual la tomamos o recibimos, no puede ser la cosa misma, ni puede ser así tomado y recibido el don. La fe de Abraham no lo justificó por mérito o valor propio, sino al darle una participación en Cristo.