12 de Junio: Nunca te abandona

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)

Palabra:

No me desampares, oh Jehová; Dios mío, no te alejes de mí Apresúrate a ayudarme, Oh Señor, mi salvación. (Salmos 38:21-22)

Ser abandonado por el padre y la madre, ser abandonado por los hijos, ser abandonado por el cónyuge, ser abandonado por el profesor, ser abandonado por los hermanos en la fe, ser abandonado por los amigos, ser abandonado por los colegas, son experiencias traumáticas.

Pero ningún abandono es peor que el abandono de Dios. Cuando eso ocurre, todas las posibilidades de supervivencia moral desaparecen para siempre. Que lo diga el rey Saúl. Después de tantas oportunidades desperdiciadas, después de tantas recaídas, después de haber ignorado tantas veces la voz de Dios, el Señor le abandona para siempre; y ya no se le revela «ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas» (1 Sam. 28.6). Dios quitó el reino de la mano de Saúl y se lo dio a David (28.17).

Por no escuchar, a pesar de toda la revelación, Dios abandonó al mundo antiguo, entregando a los seres humanos a sus deseos y pasiones vergonzosas (Rom. 1.18-32). Sólo la humanidad se ahorca con sus propias manos a causa de sus propios pecados.

¿Qué nos queda? La belleza de la súplica dirigida a Dios: «Por favor, no me abandones nunca» (Sal 119,8). En otras versiones: «No me abandones del todo», «no me abandones nunca» o «no me abandones en absoluto». Antes de que sea demasiado tarde. Antes de que el abandono sea completo, definitivo y eterno.

Oración:

Señor, reconozco mis faltas y te ruego que no me abandones. Cóncedeme con Tu presencia, la misericordia de Tu perdón y Escucha mi oración una vez más.

Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Resumen del capítulo Salmos 38:

Este es uno de los salmos sobre el arrepentimiento. Está lleno de pena y queja de principio a fin. Los pecados de David y sus aflicciones son la causa de su ruina y el motivo de sus quejas. Parece que ahora estaba enfermo y con dolor, y esto le recordaba sus pecados y contribuía a humillarse por ellos. Al mismo tiempo fue abandonado por sus amigos y perseguido por sus enemigos, por lo que el Salmo está hecho teniendo en cuenta la angustia y la complicación de tales calamidades. Se queja: I. Del disgusto de Dios y de su propio pecado que provocó a Dios contra él, v. 1-5. II. De sus enfermedades, v. 6-10. III. De la maldad de sus amigos, v. 11. Del daño que le hicieron sus enemigos, alegando su buena conducta ante ellos, y confesando también sus pecados contra Dios, v 12-20. Por último, concluye el salmo con las más fervientes oraciones a Dios por su presencia y ayuda bondadosa, v 21,22. Al alabar en este salmo, debemos estar atentos y conscientes de la malicia que el pecado conlleva, y si no tenemos un problema como el que aquí se describe, no sabemos cuán pronto podremos tenerlo, y por lo tanto debemos aferrarnos a la sabiduría de este salmo.

Comentario Bíblico Salmos 38:21-22

Los malos odian la bondad, aunque se beneficien con ella. David parece referirse a Cristo en las quejas que efectúa de sus enemigos. Pero nuestros enemigos nos hacen mal real sólo cuando nos alejan de Dios y de nuestro deber. El problema del verdadero creyente se hace útil; aprende a esperar a su Dios y no procurará alivio de parte del mundo ni de sí mismo. Mientras menos notemos la maldad y los daños que nos hacen, más consultaremos con la paz de nuestra mente. Las aflicciones de David fueron castigo y consecuencia de sus transgresiones, mientras Cristo sufrió por nuestros pecados y sólo por los nuestros. ¿Qué derecho puede tener un pecador para rendirse a la impaciencia o a la ira, cuando misericordiosamente le corrigen sus pecados? -David era muy sensible a las obras presentes de la corrupción en él. Los hombres buenos han estado a punto de caer cuando ponen sus penas continuamente delante de sí, pero, al poner siempre a Dios por delante, han mantenido su firmeza. Si estamos verdaderamente arrrepentidos del pecado, eso nos hará pacientes en la aflicción. Nada se acerca más al corazón del creyente afligido que estar bajo la aprehensión de que Dios lo abandone; tampoco hay cosa que salga del corazón con más sentimiento que la oración: “No te alejes de mí”. El Señor socorrerá pronto a los que confían en Él como su salvación.