17 de Enero: Encontrar el Balance

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Palabra:

«Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre» (Lucas 21:34-36)

Sentirnos de alguna manera abrumados en algún momento de nuestras vidas parece ser algo normal, que a todos nos ocurre. Existen tiempos en los que nos ponemos más presión para hacer que todo, a pesar de que no parezca la mejor opción, encaje en el lugar que queremos, sólo porque es nuestra voluntad.

Podemos tener esa sensación, en los estudios, el trabajo, la iglesia, nuestras relaciones, percibiendo que de alguna forma estamos agotados, cansados, con el deseo de detener el tiempo y escapar para tomar un respiro y buscar nuevas energías para retomar ese rompecabezas que debemos armar.

Cuando esto sucede, no hay otra señal más definitiva de que la falta de paz en nuestro espíritu es la causa principal. Tal vez estamos apurándonos en tomar esa importante decisión, o estamos intentando resolver diferentes problemas con soluciones contrarias al mismo tiempo; puede ser que nuestras prioridades se hayan cruzado y ahora debamos reorganizarlas.

Para traer nuevamente paz a tu vida, necesitarás por supuesto la fe en que el Señor te guiara a sobrellevar estos obstáculos, pero Él a su vez necesitará de tu obra para llevarte a puerto seguro. Comienza por dar balance a tu vida, estableciendo importancia a los objetivos que persigues. Haz una lista de prioridades y pregúntate: ¿Qué debe quedarse? ¿Qué debe irse?

Recuerda que Cristo guiará la piedra en la dirección correcta siempre que tú inicies el recorrido, haciendo el primer movimiento. Así como el ladrón que viene a robar (Juan 10:10) no seas tú el ladrón de tu propia paz.

Dios ha venido a traernos vida y paz en abundancia siempre y cuando hagamos los cambios en ella para colaborar con Él.

Hoy es el día para empezar.

Oración:

Señor, Tu que eres Dios de paz y no de confusión ayúdame a sobrellevar todo lo que hago y lo que falta por hacer. Enséñame el camino para reconocer lo que puedo dejar para mañana y lo que no puede esperar. Confío en Ti para encontrar en mi vida, el balance que me lleve a la paz que solo Tú brindas. Amén.

Más Palabra Edificada / Descanso:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28

En Dios solamente está acallada mi alma;
De él viene mi salvación.
Salmo 62:1

En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.
Salmo 4:8

Así dijo Jehová:
Paraos en los caminos, y mirad,
y preguntad por las sendas antiguas,
cuál sea el buen camino, y andad por él,
y hallaréis descanso para vuestra alma.
Mas dijeron: No andaremos.
Jeremías 6:16

Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Salmo 23:1-2

El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.
Salmo 91:1-2

Gustad, y ved que es bueno Jehová;
Dichoso el hombre que confía en él.
Salmo 34:8

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Mateo 11:29-30

Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Hebreos 4:9-10

Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
Hebreos 4:11

Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú.
Deuteronomio 5:12-14