¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. (Salmos 46:11)
Señor, cuando pierda las esperanzas, cuando tenga dudas de seguir, cuando sienta que ya no tengo fuerzas, permíteme recordar que en cada una de mis batallas siempre has sido fiel, para rescatarme, renovar mis energías y llevarme a la victoria. Amén.