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Vagamos y vagamos cada día en este mundo, muchas veces olvidando que una fuerza superior a nosotros nos acompaña en cada paso que damos…
Una presencia divina que nos cuida y protege en cada momento de nuestra vida.
El Santo Espíritu de Dios…
«Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor» (Efesios 3:16-17)