Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma. (Salmo 94:18-19)
Parecer que unas personas son más vulnerables que otras, al hecho de empezar mal su día. Se sienten bien cuando despiertan, pero tan pronto com algo les sale mal, pierden el equilibrio, y el resto de su día se transforma en un conjunto de tropiezos. De esta manera, aplica en este caso una regla fundamental: una vez que tengan un mal comienzo, parece que su rutina diaria, no terminará de componerse.
Si alguien nos ofrende temprano por la mñana, nuestro enojo nos puede mantener defensivos todo el día. Si empezamos nuestras labores apurados, probablemente en lo que reste de diligencias nunca disminuiremos el paso.
Que hoy y cada uno de nuestros días, inicien con nuestros pies firmemente plantados en la Palabra de Dios. Y es que no habrá «día malo» cuando la Palabra de Dios, nos fortalece y nos dirige y cuando caminamos confiandos en que El Señor, está de nuestro lado, observándonos y cuidándonos.
Palabra Diaria: Señor, que empiece mi día sabiendo que me cuidas, me proteges y me guías. Que no preocupe por los errores del pasado, sino que los utilice como herramientas para aprender. Que no me angustie por el futuro sabiendo que se encuentra en Tus manos. Y que viva el presente consciente de que en cada paso, debo glorificarte en cada una de mis acciones.