Palabra:
No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos. (Proverbios 3:7-8)
La Palabra de Dios tiene vital importancia como nuestra brújula a lo largo de la vida. Obedecer las instrucciones del Señor cambiará la conducta y desafiará nuestra manera de pensar, actitudes y deseos. Él nos lleva a pensar de manera diferente sobre nosotros mismos y las dificultades que enfrentemos.
Por naturaleza, queremos determinar nuestro rumbo en la vida. Eso parece ser el único camino lógico para llegar adonde queremos ir. Pero ser sabios a nuestros propios ojos es orgullo. Para combatir esta tendencia, el Señor nos dice que le temamos a Él y nos apartemos del mal (v. 7). Este “temor” no es miedo al Padre celestial, sino una actitud de respeto que nos motiva a obedecerle, tanto para nuestro bien como para su gloria.
Por naturaleza, queremos guardarnos todo nuestro dinero. El deseo de vivir mejor, o el temor a no tener suficiente, nos llevan a aferrarnos a todo lo que ganamos. Pero nuestra brújula [la Biblia] nos lleva a honrar a Dios dándole la primera parte de todo lo que tenemos, confiando en que Él suplirá nuestras necesidades (vv. 9, 10).
Por naturaleza, no nos gusta la disciplina de Dios. Su dolorosa reprobación parece demostrar que no nos ama. Pero nuestro Padre celestial dice que su disciplina es la evidencia que confirma su amor y gozo en nosotros como sus hijos (vv. 11, 12).
A veces, por nuestro deseo de seguir al Señor, nos centramos en ser obedientes, pero olvidamos sus instrucciones en cuanto a nuestras actitudes y maneras de pensar. Para mantenernos en el camino de Dios, tenemos que corregir el rumbo de nuestros corazones y mentes.
Oración:
Señor, purifica mis pensamientos y aleja de ellos las influencias del mundo que me impidan seguir Tu voluntad. Renueva también mi corazón padren con actitudes y acciones que te glorifiquen, dondequiera que me encuentre.