«Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. (Salmos 23:1-3)
El Salmo 23 es para la mayoría de los creyentes una de las escrituras más conocidas, por la cantidad de memorias que evoca, por la paz que transmite y por la esperanza necesaria que brinda, en las muchas veces que hemos atravesado por situaciones que parecían insalvables.
Si observamos las escrituras del Salmo 23 a la luz de ese pastor que con su amor paternal nos guía a través del camino correcto, podríamos encontrar nuevas y hermosas afirmaciones. Si nos preguntáramos: ¿Qué hace un pastor por su rebaño? Cuida de Él, conoce sus necesidades, lo mantiene en abundante provisión, alimentado y sano. Si el rebaño pierde por un instante el rumbo, el pastor nuevamente lo encamina y lo aleja del peligro.
Ahora si preguntáramos ¿Qué hace al Señor el mejor pastor? La respuesta es, sin duda, una: no solo cuida de su rebaño y lo pastorea a la salvación, lo hace sin obligación, no como compromiso o deber, sino movido por su infinito amor.
Que bendecidos somos de tener a Dios como nuestro eterno pastor.
Palabra Diaria: Señor, gracias por la bendición de tenerte como mi Pastor. Guíame siempre por las sendas de Tu Amor, Tu Justicia y Tu Bondad, sin temor alguno, sino con la convicción de que a Tu lado puedo vencer cualquier adversidad.