Palabra:
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? (Hebreos 12:7)
¿Cómo disciplina Dios a los suyos? Lo hace con Su Palabra.
En 2 Timoteo 3:16-17 leemos: « Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar…a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Si miras en 2 Corintios 7 encontrarás un ejemplo de esta verdad. Allí el apóstol Pablo habla de una situación en la iglesia de Corinto que necesitaba ser corregida. La iglesia se había desviado del camino.
¿Cómo lo hizo Pablo? Él no le pidió a Dios que enviara un terremoto para sacudir a los creyentes; solamente les envió una carta en la que les reprochaba lo que habían hecho. Les dolió tanto que hubieran preferido ser golpeados con un palo. Dicha reprensión les llegó al corazón y los llevó al arrepentimiento.
El Padre celestial te ama y por eso te disciplina, pero lo hará con instrumentos espirituales, no carnales. Dios usará el poder del Espíritu en Su Palabra para disciplinar la incredulidad y purificar tu espíritu de tal manera que no te sientas debilitado ni culpable, sino fortalecido.
Así que deja de arrodillarte ante los desastres y comienza a someterte a la Palabra de Dios. Ríndete ante la Palabra y deja que sea ella la que te corrija, removiendo la carne y la lujuria que hacen que te desvíes. Recuerda: la espada del Espíritu es de doble filo: uno es para vencer a Satanás, y el otro para corregirte. Deja que Dios te use para mantenerte en el camino correcto.
Oración:
Señor, que Tu palabra purifique mi espiritu para desechar la incredulidad y fortalecer mi fe y confianza en Tu poder. Que mi corazón se mantenga humilde para recibir Tu corrección amoroso, de manera que puedas guiarme siempre hacia el camino correcto. Amén.