Palabra:
Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá. (Salmos 1:6)
La literatura de la sabiduría hace una clara distinción entre «los justos» y «los impíos», así como la comparación de la suerte presente y el destino futuro. Con esto, el salmista anticipa la enseñanza de Jesús sobre los dos caminos: o se sigue el camino ancho, que lleva a la destrucción, o se va por el camino estrecho, que lleva a la vida (Mt 7, 13-14).
Los justos prosperarán, aunque no siempre materialmente. Son cuidadosos al elegir a las personas con las que caminan y buscan consejo. Se complacen en la ley de Dios y meditan constantemente en ella. Seguramente el pueblo de Dios sigue disfrutando de esta experiencia. La meditación diaria en la Biblia es nuestro incesante placer. Por eso somos como un árbol plantado junto a las aguas, y disfrutamos de un perpetuo refresco, comida y prosperidad.
Pero los malvados, por el contrario, «perecerán». En lugar de ser como un árbol fructífero y saludable, «son como la paja que lleva el viento», una escena bastante común en Palestina. El trigo se trillaba en una superficie dura y plana, en una colina, y se exponía al viento. El trigo fue levantado por palas y vomitado. Los preciosos granos cayeron y se recogieron, mientras que las ligeras pajas se esparcieron por el viento. Como dijo Juan el Bautista del Mesías: «Traerá la pala en su mano y limpiará su era, recogiendo su trigo en el granero, pero quemará la paja con un fuego que nunca se apaga» (Mt 3.12).
Los malvados son como la paja, ya que están secos, son inútiles y se quitan o queman fácilmente. El árbol está firmemente plantado, pero la paja es inestable. La firmeza será siempre un rasgo llamativo del pueblo de Dios.
Oración:
Señor, mantenme siempre en Tu senda de verdad, de vida y de regocijo, dando buenos frutos como el árbol firmemente plantado junto a las aguas, pero esta vez siendo yo anclado a la roca inamovible de Tu Santa Palabra en mi vida.