Palabra:
Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. (Salmos 61:2-3)
Imaginemos que suena el teléfono y alguien cercano se comunica contigo para informarte que ha sucedido una tragedia. Se encuentra tan afligido que siente que no podría continuar. ¿Qué harías en esa situación?
Sufrir, recibir una mala noticia, estar expuestos a situaciones de peligro, naturalmente hacen que busquemos ayuda. En esos momentos, debemos intentar aclarar nuestra mente y recordar que siempre tenemos una roca sólida sobre la que refugiarnos: EL Dios todopoderoso que no nos abandona y al que podemos clamar ante cualquier circunstancia de dificultad en nuestra vida.
En la Biblia, el clamor, constituye el hablar de manera audible, una forma de hablar en la que media una gran emoción en cuanto a esa urgente necesidad que tenemos. El Señor nos invita a usar esta forma de oración para hacerle saber que requerimos de su misericordia incondicional y de su ayuda para sortear una dificultad.
La fe y la humildad son indispensables para dar a conocer todo lo que nos aqueja. Clamar, es en consecuencia, la forma de declarar ante Dios, nuestra confianza plena en su poder infalible, nuestro deseo de colocar en sus manos esas cargas y nuestra certeza de que Él tiene para nosotros el mayor deseo de ayudar.
La Palabra de Dios asegura que nuestro clamor no es ignorado por nuestro Padre Celestial, sino, al contrario, que siempre nos escucha, y dentro de sus tiempos de bien, nos responde. David sentenció en el Salmo 3: “Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo”. (Salmos 3:4)
Por ello, ante cualquier de las batallas de la vida, podemos confiar en la gran verdad de las Santas Escrituras: Al Señor clamamos y Él siempre nos responde. Puede que nuestra dificultad sea sorteada con su ayuda de inmediato, o de otra manera, que debamos esperar un poco más por la victoria, para ser transformados y moldeados en medio de la batalla, según su propósito. Sin embargo, la más hermosa certeza es que podemos contar con su consuelo y presencia por siempre, y vivir con gozo y esperanza.
Oración:
Señor, En medio de mi angustia sé que escucharás mis súplicas y me llevarás a la victoria. Ayúdame a no temer, confiando en Tu poder infalible que todo lo consigue. Amén.