Comentario Diario #38: Salmos 34:2-3

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Versículo:

En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre. (Salmos 34:2-3)

Comentario:

El efecto producido por el elogio se percibe en el alma y no sólo en los oídos; es evidente que cuando vemos una actuación musical de un cantante o grupo que nos gusta, en nuestra vida secular, puede producir emoción y alegría en nuestro corazón.

Estos sentimientos completan las lagunas emocionales y relacionan nuestros sentimientos con momentos significativos de nuestra vida en este mundo. Pero la alabanza a Dios es algo que tiene implicaciones espirituales, que registra en nuestro corazón, mente y alma la impactante acción del Señor.

Cuando escuchamos la voz de Dios, nos inunda una alegría que va más allá del sentimiento y la razón humana; esto es porque la acción de Dios trasciende todo lo que vivimos en este mundo y tiene implicaciones para la eternidad.

El salmista comparte con los que le rodean una invitación a vivir la alegría que experimentó en su corazón a través de su relación personal con Dios; magnificó al Señor a través de su alabanza personal, pero también quiso compartir ese sentimiento con su familia, amigos y compañeros creyentes.

La alabanza, vivida y sentida en el corazón, es algo que no podemos contener dentro de nosotros mismos… es necesario que compartamos con aquellos que amamos y queremos bien; alabar a Dios es una actitud que nos impulsa a querer estar cerca de la gente.

Oración:

¡Señor, quiero alabarte y que esta alabanza sea junto con los que amo, ¡presentándonos unidos ante Ti!