A los cuarenta y tres años de edad, Luis sintió que había llegado el momento de devolverle algo a la comunidad, por lo cual se enroló como voluntario en un programa para alimentar a los que carecían de un techo en las calles.
Rápidamente se encontró aconsejando a las familias que venían por alimentos, dirigiéndolosa lugares en los cuales conseguir refugio y ayudando a varios hombres a encontrar trabajo. Los encargados del programa le dijeron que tenía talento para trabajar con la gente y lo animaron a desarrollarlo.
Luis había estado trabajando en una posición de oficinista como auxiliar administrativo para un ejecutivo de cierta compañía. No había un puesto más elevado dentro de la empresa ni en su campo. Lo único que lamentaba era que nunca había ido a la universidad.
Armado de las palabras de aliento de sus compañeros voluntarios, él y su esposa vendieron su casa y “volvieron a la escuela”. Ambos recibieron finalmente grados de doctorado y se convirtieron en consejeros plenamente dedicados a su familia.
Abrieron una clínica juntos y reestructuraron sus vidas, disfrutando esta vez de un sentido mucho más amplio de satisfacción personal.
Nunca es demasiado tarde para comenzar una nueva carrera. Y nunca es demasiado tarde para hacer otra vez un comienzo en su vida espiritual.
El verdadero éxito se encuentra al establecer una relación con su Creador, descubrir lo que Él dispuso que fuese, ¡y entonces desarrollar los talentos y dones que le dio!
Mateo 6:33
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.