En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. (1 Juan 4:18)
Señor, revélame cada día el amor incondicional, perfecto e infinito que brindas a cada uno de los que han decidido seguirte con obediencia y fidelidad. Sólo podré expulsar mis miedos, mis angustias y mi incertidumbre sobre lo que pueda venir a mi vida, descansando en la verdad de que eres Todopoderoso e inconmovible.