Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. (Salmos 23:3)
Anímate. El Señor ha prometido que escucha nuestras súplicas y conoce nuestras situaciones. Jamás nos abandonará. Nuestro Dios no es un Dios de negatividad, sino de posibilidad. Nos guiará a través de nuestras dificultades y más allá de ellas. En Manantiales en el desierto, la señora de Charles E. Cowman declara: «Cada infortunio, cada fallo y cada pérdida pueden ser transformados. Dios tiene el poder de transformar todas las adversidades en “regalos del cielo”».
Hoy deberíamos dirigir nuestros pensamientos y oraciones hacia él. Céntrate en un himno o un cántico de alabanza y hazlo sonar en tu mente. La alabanza ahuyenta todo estancamiento y dibuja una sonrisa en nuestros labios. Podemos agradecer al Dador de todo lo bueno con un espíritu renovado de optimismo. La gratitud al Padre puede convertir nuestras sonrisas de plástico en otras verdaderas, y, como afirma el salmo, nuestras almas serán restauradas.
Señor, cuando me encuentre desanimado, ayúdame a tenerte presente. Tú eres mi fuente inagotable de fuerza. Recógeme en tus brazos para siempre.