“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Eclesiastés 3:11)
En 1904 el pionero de la industria del cemento Robert Butchart descubrió una mina de piedra caliza en Columbia Victoria, Canadá. Asombrado ante la extensión de terreno, ordenó excavar la mina para confirmar su potencial. Sin embargo al culminar el proceso vio que se trataba sólo de un gran pozo profundo.
La esposa de Robert, Jennie, observó el descubrimiento que para él había sido una decepción y decidió que lo convertiría en algo maravilloso. Aró la tierra de forma tradicional, con caballos y plantó flores de diferentes variedades y especies. Convirtió todo el trabajo, en una amorosa labor que duró 25 años en culminarse y que luego su hijo continúo por 50 años más. Actualmente es el jardín Butchart uno de los espacios naturales y turísticos más importantes de Norteamérica que recibe a millones de visitantes cada año.
Jennie ante el fracaso de su esposo fue un ejemplo de renovación al convertir esa tierra baldía y de decepción en un logro. De la misma forma en que Dios puede actuar continuamente sobre nosotros, renovando y convirtiendo esas tierras áridas y vacías que pueden formarse en nuestro pasado, en un hermoso jardín de victorias y bendiciones, que dan testimonio de su bondad hacia nosotros.
Como dictan las escrituras de hoy, sólo Dios hace lo hermoso a su tiempo y sólo él es capaz de sembrar eternidad en el corazón de los hombres. Resta de nosotros caminar confiados junto a Él, sabiendo que nos acompaña ante cualquier circunstancia.
Palabra diaria: Señor, ayúdame a confiar en tus tiempos que son perfectos, sabiendo que en ellos y a través de Tu poder, cambiarás todas las caídas de mi pasado, en bendiciones y victorias, testimonio de Tu amor y bondad.