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Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros. (Proverbios 2:3-4)
Comentario:
Muchas personas ponen la excusa de que no es posible conocer a Dios a través de las religiones, las iglesias, la Biblia o las personas. Hay un descrédito total en la sociedad respecto al conocimiento de las intenciones del Señor.
Lo que notamos en la conversación de Dios con Salomón es que el Señor esperaba de su siervo el deseo de conocerlo mejor; así, concluimos que El conocimiento y la experiencia espiritual dependen más de la voluntad humana, ya que la voluntad divina debe estar siempre disponible.
El hombre necesita mostrar que su corazón ve en Dios el valor más preciado e invocarlo de manera convencida e intensa. No podemos dejar que otras personas o instituciones ocupen el lugar de Dios en nuestra experiencia espiritual.
Todavía no podemos admitir la hipótesis de que las bendiciones de Dios puedan comprarse o cambiarse por ningún valor humano. Cada uno de nosotros tiene en sus manos la oportunidad de buscar al Señor, de conocerlo íntimamente y de vivir su vida según sus preceptos. Todo ello, a partir de nuestro propio contacto con Él y de las respuestas que se derivarán de sus palabras.
Sólo es necesario que busquemos este contacto como algo extremadamente valioso y necesario para nuestras vidas.
Oración:
Señor, que nunca deje de reconocer el grandioso e indispensable valor de Tu presencia en mi vida, de forma que continue, aún en situaciones que escapen de mi contro, buscándote, clamándote y alabándote. Amén
