Palabra:
Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero;[a] tómalo, y dáselo por mí y por ti. (Mateo 17:27)
Pedro había sido pescador. Jesús le había dicho: “Sígueme” y Pedro había dejado su negocio de pesca para seguirlo. Leemos que al instante dejó sus redes y lo siguió. Esa debe haber sido una experiencia tremenda para Pedro; esa renuncia a sus medios de subsistencia, del mantenimiento de su hogar, sin contar el dinero para los impuestos. Pedro, el pescador, lo dejó todo para seguir a Cristo; y el Señor sabía que él había dejado sus medios de subsistencia para responder a su llamado. Con lo mismo que Pedro había dejado por su causa, es decir, peces, el Señor suplió la necesidad de su siervo cuando llegó el momento de pagar los impuestos. Ningún siervo de Cristo jamás saldrá perdiendo.
Así que nuestro querido Señor está siempre pensando de antemano en nuestras necesidades; se complace en evitarnos la vergüenza y prevé nuestras ansiedades y preocupaciones, acumulando sus actos de amor y proveyendo antes que venga la emergencia. “Por mí y por ti”, dijo, juntando esas dos palabras en una intimidad sagrada y maravillosa. Él se pone a sí mismo primero en la necesidad vergonzosa y lleva el extremo más pesado de la carga por su hijo angustiado y atribulado. Él hace de nuestras preocupaciones, sus preocupaciones; de nuestras tristezas, sus tristezas; de nuestra vergüenza, su vergüenza.
Oración:
Señor, gracias por Tu misericordia infinita que me rescata y me protege cuando las decepciones, fracasos o angustias intentan invadir mi corazón y robarme la paz que deseas para mí. Gracias por Tu presencia constante en mi vida, Padre y por Tu amor incalculable y Tu provisión que se anticipa a cada una de mis necesidades. Protégeme de alejarme de Tus caminos, y si en algún momento me encuentro perdido, rescátame y recuérdame aquello que necesito realizar para volver a las sendas de Tu voluntad . Amén.