«Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:14-15)
Cuando veo niños jugando, jóvenes despreocupados en la preparatoria, mis propios alumnos encargados de sus asignaciones, recuerdo cuando me encontraba en esa misma situación. La vida tenía unas pocas preocupaciones, no había apuros y todos pensábamos que lo mejor era disfrutar la vida porque todavía quedaba “mucho” tiempo antes de enfrentarnos a grandes responsabilidades.
Al madurar, pronto me di cuenta de que el tiempo es uno de los más preciados tesoros que tenemos y muchas veces, el que peor podemos llegar a utilizar.
Jesús entendió a la perfección esta idea del tiempo, aprovechándolo de la mejor manera posible. Sabía que en su propósito no había momento que desperdiciar, situación que olvidar u oportunidad que pasar por alto. Jesús comprendió la magnitud de su misión y supo que cuando llegara su momento, la acción más grande que realizaría sería compartir el amor de Dios: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”
Al caminar junto a Dios, somos llamados a seguirle, con la convicción del tiempo como preciado y valioso recurso, sabiendo que cada instante de nuestra vida debe contar a favor del Señor, en virtud de su palabra. No significa, trabajar arduamente sin tomar el tiempo para renovar fuerzas; sino servir a su propósito, brindando cada día en nuestras acciones y palabras, testimonio de nuestra fe en su guía y cuidado.
Utilicemos nuestro tiempo y hagamos que este cuente en el Señor. El trabajo duro lo ponemos nosotros pero los resultados los pone Dios: ¡Que hoy cada momento cuente en Él!
Señor, concédeme la disciplina y el carácter para que mis acciones reflejen la Fortaleza de mi fe en Ti. Ayúdame a aprovechar mi tiempo para honrarte, haciendo que cada momento cuente en el propósito que tienes para mi vida.