«Vosotros sois mis amigos porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. (Juan 15:14-16 )»
Un verdadero amigo escucha tus historias y tiene la confianza para contarte las suyas, conoce tus aflicciones, victorias, derrotas y te ha visto como realmente eres. Una amistad verdadera es un tesoro invaluable que expresa colaboración, servicio y ayuda mutua.
Jesús fue un gran maestro, un compasivo pastor, pero además un líder que acogió a cada uno de sus discípulos como verdaderos amigos. Les tendió su mano y sobretodo su entera confianza para revelarle sus sentimientos y pensamientos. Fue abierto, genuino y como un verdadero amigo, real, haciéndoles saber la esperanza que sobre ellos tenía para que siguieran su ejemplo. Hoy Jesús a través de la palabra nos envía ese mismo mensaje: Quiere acompañarnos siempre y ser nuestro amigo, para que en respuesta continuemos su obra.
Abramos entonces nuestro corazón a esa maravillosa amistad de aquel que nos ha prometido: “Yo te guiaré, no te dejaré caer”. Rindamos frutos que permanezcan, siempre en Él, sabiendo que lo mejor de ser amigos de Jesús, es que como un gran amigo, conocerá nuestras fallas, pero aún ellas nos acompañará y guiará siempre.
Palabra: Gracias Señor, por acercarte a mí. Ayúdame a verte tal y como realmente eres, para de esta manera poder yo convertirme en quien realmente necesito ser. Enséñame a ser amigo de aquel que se brinda de verdad y hazme presto a aceptar a los que no lo hagan, tal y como son.