Después de mucho tiempo una señora volvió a ir al culto con su hijita. Por causa de su trabajo no podía asistir a los cultos matinales; por eso fue en la noche. El pastor habló en esa ocasión acerca de la negligencia de muchos en cuánto al cumplimiento de sus deberes cristianos: No leen la Biblia, descuidan la asistencia a los cultos, etcétera.
La niñita escuchaba atentamente el sermón y, cuando oyó que el pastor hablaba del descuido de muchos padres, se volvió a su madre y, confiada, le dijo:
“¡Mamital ¿Te habla a ti el pastor?” Estas palabras fueron un flechazo para el corazón de la madre que permaneció callada. Esa ingenua pregunta de su propia hijita fue para ella un sermón vivo y eficaz.
Sería conveniente que también nosotros tuviésemos a alguien que nos formulara esta pregunta mientras escuchamos el sermón de nuestro pastor. Sin embargo, tantas veces escuchamos el sermón de un pastor con el fin de criticar, o para oir al orador tras el sermón, o para oir por oir porque estamos con el reloj en la mano calculando el tiempo que tarda.
Sí, es conveniente que nos preguntemos, a veces, durante el culto: “¿Te habla a ti el pastor?” O para ser más exactos preguntémonos así: “¿No te está hablando Dios a ti por medio del pastor?”—L. Gross.
Dios siempre habla. Continuamente habla. De muchas maneras Él habla. Habla directo al corazón, a través de la BIblia, a través de personas incluyendo el pastor en sus sermones, amigos y a través de las circunstancias de la vida. Ya lo estas oyendo?
Cuando fue la última vez que fuiste a la Iglesia? Qué te dijo Dios allí?
No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad. Hech 2:46
Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor. Ecle 12:11