Palabra:
«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré» (Génesis 12:1)
Todos los días, de manera inconsciente, damos por sentado, eventos en los que ejercemos algún tipo de fe. Al sentarme asumo que la silla me sostendrá y no caeré al suelo, si voy a un restaurante estoy seguro de que la comida será sana y me caerá bien. Cuando en la noche coloco el despertador, sé que al día siguiente, me levantará y llegaré a tiempo al trabajo.
La fe juega un papel supremo en nuestras vidas y es la piedra angular de nuestro caminar con el Señor. La palabra tiene mucho que decir acerca del ejercicio de su ejercicio: por ejemplo, somos salvos por la fe (Efesios 2:8-9), por fe nos mantenemos de pie (2 Corintios 1:24), recibimos justicia de ella (Romanos 4:13) y en ella podemos encontrar la paz. (Romanos 5:1)
En Hebreos 11:1 la palabra dicta, de forma muy resumida pero práctica lo que es la fe: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Al pensar en esta escritura entiendo la fe como el acto de creer sin ver.
Así tener fe en Dios es no tener miedo de que Él nos guíe en su propósito, es creer, sin saber (sin ver) o sin conocer los detalles o los medios por los cuales el Señor actuará para llevarnos a ese destino que para nosotros contempla.
En la escritura de hoy vemos reflejado ese caso en Abram, quien fue llamado a dejar todo atrás y servirse solo de la mano del Señor, para dejar el confort de su familia y comunidad y así llegar a un nuevo destino en donde encontraría en Dios su seguridad.
No siempre el Señor nos llamará a dejar ciertas cosas de nuestra vida, para conseguir otras, tal como sucedió con Abram; lo que sí es seguro es que Él necesitará de nosotros, lo que Abram le otorgó: su fe. Esa fe que permite que confiemos en Él para que su mano nos guíe a nuevos destinos. Esa fe de la que obtendremos la fuerza y el coraje para lograr objetivos que pensábamos imposibles, esa fe por la que podremos decir: “Señor, dondequiera que me llames, contigo iré.”
Fortalece esa fe, El Señor te espera.
Oración:
Señor, haz cada día más fuerte y sólida mí en Fe en Ti. Dame la fuerza y el coraje para atender Tu llamado, obedecer tu propósito y en mi obrar, honrar que me hayas escogido. Amén.
Más Palabra Edificada / Consuelo de Dios en La Adversidad:
-«Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.» Hechos 27:25
-«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.» Juan 16:33
-«Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro.» Job 11:18
-«Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.» Josue 1:5
-«Del consejo del pobre se han burlado,
Pero Jehová es su esperanza.» Salmos 14:6
-«Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo. Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí.» Salmo 3:3-6
-«Alma mía, en Dios solamente reposa,
Porque de él es mi esperanza.» Salmos 62:5
-«…gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración…» Romanos 12:12
-» Aunque la higuera no florezca
ni en las vides haya frutos,
aunque falte el producto del olivo
y los labrados no den mantenimiento,
aunque las ovejas sean quitadasde la majada
y no haya vacas en los corrales,
con todo, yo me alegraré en Jehová,
me gozaré en el Dios de mi salvación.» Habacuc 3:17-18
-«Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.» Salmos 23:1-2
-«Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?» Isaias 51:12