Contenido
(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Palabra:
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió (Juan 6:38)
Dice el doctor F. B. Meyer que una noche oscura sin estrellas, cuando estaba atravesando el canal irlandés, se paró en la cubierta junto al capitán y le preguntó: «¿Cómo reconoce usted el puerto de Holyhead en una noche tan oscura como ésta?» El capitán le contestó: «¿Ve usted esas tres luces? Las tres deben estar en línea una detrás de la otra como una sola y cuando las vemos tan unidas sabemos la posición exacta de la entrada del puerto.»
Cuando queremos conocer la voluntad de Dios hay tres cosas que siempre coinciden: el impulso interno, la Palabra de Dios y las circunstancias. Dios en el corazón, impulsándolo a avanzar; Dios en el Libro, corroborando lo que dice en el corazón; y Dios en las circunstancias, que siempre indican su voluntad. Nunca comience hasta que estas tres cosas concuerden.
Deténgase en la encrucijada, listo para caminar o correr, y no tendrá que esperar mucho tiempo.
Cuando no estamos muy seguros si doblar a la izquierda o a la derecha, ¿no es una bendición que aparezca una señal a la vista? Si no hubiera señales vagaríamos extraviados por muchos kilómetros y en la dirección equivocada si no conocemos el camino.
Dios ha puesto sus señales en el camino desconocido y muchas veces tortuoso, pero claro está, también jubiloso de la vida. Cuando estamos tropezando a ciegas con el peso de nuestra carga, Él guiará nuestros pasos aunque la senda tenga curvas y recodos. De alguna manera Él nos guía: por medio del Libro, de una canción, de un familiar, de un amigo . . . En las horas inciertas y oscuras, no tenemos que tener temor. Cuando estemos en la encrucijada y haya que tomar decisiones, aunque la trayectoria sea desconocida y la luz sea muy tenue, tenga la seguridad de que está por aparecer una señal en el camino.
Guardemos silencio ante Él y creamos que, aun ahora, los mensajeros se apresuran por el camino con la orden o la dirección o la ayuda que necesitamos.
Oración:
Señor, gracias por las señales que pones en mi camino para guiarme hacia el destino final de Tu grandiosa voluntad. Ayúdame a no pasarlas por alto Padre. Amén.
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Pasaje:
Juan 6:38
Tema del Capítulo – Juan 6:
El cuarto evangelio de la Biblia, conocido como Juan, fue escrito por el apóstol Juan. Juan comienza contando la historia de otro Juan, Juan el Bautista. Un profeta encargado de ser el último en preparar el camino para la llegada del Mesías. Juan el Bautista nació aproximadamente en el año 7 a.C. Era hijo de una pareja de ancianos sacerdotes, Zacarías e Isabel. Su madre estaba emparentada con María, la madre de Jesús.
El apóstol Juan se ocupa de mostrar que Jesucristo es el mismísimo hijo de Dios, enviado a la tierra para que tengamos vida eterna.
La multiplicación de los panes
El capítulo 6 de Juan comienza con Jesús realizando el milagro de la multiplicación de los panes, aunque ya sabía lo que iba a hacer. A lo largo del pasaje, una gran multitud seguía a Jesús, no porque fuera el Hijo del Hombre, el Mesías, todo poderoso, sino por los milagros que había hecho.
Jesús camina sobre el agua
El segundo milagro de Juan 6 está en los versículos 16-21, que puede pasar desapercibido para muchos.
Jesús sabía que los discípulos estaban en dificultades todo el tiempo (Mc 6,48), y sólo después de las 3 de la mañana, que es cuando comienza la cuarta virginidad, Jesús va al encuentro de los discípulos para ayudarlos. Y este paso del tiempo nos enseña que el sufrimiento, el dolor y la espera son normales, y suceden en nuestro camino como sucedió con los discípulos.
Cuando los discípulos vieron a Jesús caminando sobre el agua, se asustaron, pero Jesús les dijo: ¡No temáis, soy yo! (Jn 6.20). Jesús deja claro en ese momento que Él es realmente el Hijo de Dios que bajó a la tierra como Hijo del Hombre, pero Pedro desconfió de Jesús y le dijo: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua» (Mateo 14:28). Pedro fue, pero se hundió porque su fe era pequeña. Y Jesús calmó el mar.
Jesús, el pan de vida
Después de la multiplicación del pan, la multitud siguió a Jesús, más interesada en el pan que en la Palabra de Dios. Jesús explica: me buscáis porque habéis comido el pan y os habéis saciado, no porque hayáis entendido mis milagros. No trabajes para conseguir el alimento que se echa a perder, sino para conseguir el alimento que dura para la vida eterna» (Juan 6:26-27). Y la multitud seguía sin entender qué es ese pan que no se estropea, y seguía pidiendo pan material. Jesús continuó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. (Jn 6.34-35). El alimento del alma viene a través de su Espíritu Santo, su Santa Palabra, su amor, cuidado, bondad, paciencia. Es el gran amor de Dios el que completa nuestro ser y todos los aspectos de nuestra vida.
La palabra de la vida eterna
A pesar de que Jesús explicaba, la multitud seguía refunfuñando contra Él, dicen que lo que Jesús enseñaba era demasiado difícil de entender y muchos allí dejaron de seguirle. Jesús explicó palabras que son espíritu y vida, que a través de Él podríamos tener vida Eterna.
Conclusión
Podemos concluir y aprender muchas cosas de Juan 6, pero el mensaje principal es que Dios dio a su único hijo para morir por nosotros, para vencer a la muerte y darnos la vida eterna. Y nos dio el mejor alimento, la palabra de Dios, así que no busques llenar tu alma con los elementos de este mundo, busca la saciedad de vida en Cristo y finalmente encontrarás la plenitud de vida.
Comentario Bíblico Juan 6:38:
El descubrimiento de la culpa, peligro y remedio para ellos, por medio de la enseñanza del Espíritu Santo, hace que los hombres se dispongan y alegren de ir, y rindan todo lo que impide ir a Él en busca de salvación. La voluntad del Padre es que ninguno de los que fueron dados al Hijo, sea rechazado o perdido por Él. Nadie irá hasta que la gracia divina lo subyugue y, en parte, cambie su corazón; por tanto, nadie que acuda será echado fuera. El evangelio no halla a nadie dispuesto a ser salvado en la forma santa y humillante que aquí se da a conocer, pero Dios atrae con su palabra y el Espíritu Santo; y el deber del hombre es oír y aprender; es decir, recibir la gracia ofrecida y asentir a la promesa. Nadie ha visto al Padre sino su amado Hijo; y los judíos deben esperar ser enseñados por su poder interior ejercido sobre su mente, y por su palabra y los ministros que les mande.
Referencias Cruzadas:
Juan 4:34 – Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Isaías 53:10 – Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Juan 3:31 – El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos.
Efesios 4:9 – Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
Mateo 20:28 – como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 26:39-42 – Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Hebreos 10:7-9 – Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.