(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Tema del Capítulo – Gálatas 3: Justificación de la fe
En Gálatas 3, Pablo se dirige a la necedad de los gálatas presentando principalmente la recepción del Espíritu Santo a través del sacrificio de Jesús como argumento para la justificación por la fe.
Hay una descripción detallada del ejemplo de justificación dado a Abraham, que ocurrió como consecuencia de su fe en las promesas de Dios. La comparación se hace con la práctica de la ley, por la que el Espíritu no se derrama.
Esta fe en Cristo, nos hace partícipes de la bendición de Dios prometida a Abraham y de la misma justificación dada a él.
Cierra Gálatas 3 presentando el propósito original de la ley y su autoridad antes de Cristo. El acceso a esa fe nos hace hijos de Dios, en Jesús.
Esquema de Gálatas 3:
3.1 – 5: El sacrificio de Jesucristo y la práctica de la Ley
3:6-12: El ejemplo de Abraham, la justificación por la fe y la ley
3:13-18: En Jesucristo participamos de la bendición de Abraham
3:19-29: La fe nos hace hijos de Dios en Jesucristo
Comentario Bíblico – Gálatas 3:26
Los cristianos reales disfrutan grandes privilegios sujetos al evangelio, y ya no son más contados como siervos, sino como hijos; ahora no son mantenidos a cierta distancia y sujetos a ciertas restricciones como los judíos. Habiendo aceptado a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, y confiando solo en Él para justificación y salvación, ellos llegan a ser los hijos de Dios. Pero ninguna forma externa o confesión puede garantizar esas bendiciones, porque si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. En el bautismo nos investimos de Cristo; por éste, profesamos ser sus discípulos. Siendo bautizados en Cristo, somos bautizados en su muerte, porque como Él murió y resucitó, así nosotros morimos al pecado y andamos en la vida nueva y santa. Investirse de Cristo según el evangelio no consiste en la imitación externa, sino de un nacimiento nuevo, un cambio completo. El que hace que los creyentes sean herederos, proveerá para ellos. Por tanto, nuestro afán debe ser cumplir los deberes que nos corresponden, y debemos echar sobre Dios todos los demás afanes. Nuestro interés especial debe ser por el cielo; las cosas de esta vida no son sino fruslerías. La ciudad de Dios en el cielo es la porción o la parte del hijo. Procura asegurarte de eso por sobre todas las cosas.