Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados. (Salmos 32:1)
Señor, te pido que me perdones por todas las formas en que he desobedecido tus leyes. No quiero impedir las bendiciones que tienes para mí al permitir que el pecado no confesado tenga lugar en mi vida. Quiero traer todas las cosas delante de ti para estar libre de la atadura y la muerte que son las consecuencias del pecado. Muéstrame cualquier cosa que deba confesar y arrepentirme hoy. Ayúdame a apartarme de toda tentación a desobedecerte, y capacítame para vivir en el centro de tu voluntad todos los días.