(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Con el poder de su palabra los sanó, y los libró de caer en el sepulcro. (Salmos 107:20)
Muchos cometen el error de sustituir la creencia en la sanación por tomar realmente la medicina de Dios, Su Palabra. Ellos dicen: “Yo creo en la sanación, “sin usar o aplicar la Palabra”. ¿Cuánto bien puede hacer una medicina por nosotros si no la tomamos?
La Palabra es la medicina de Dios; es un factor sanador, al igual que la medicina natural es un factor curativo o catalizador. En otras palabras, la medicina en sí misma contiene la capacidad de producir curación. Innatamente dentro de La Palabra de Dios está la capacidad, la vida, la habilidad y la naturaleza para traer sanación a tu cuerpo.
Entonces, ¿cómo la tomas? Es solo cuando la Palabra de Dios se arraiga en tu corazón y se quede allí para que produzca sanidad en tu cuerpo. El solo conocimiento mental no lo hará. Las Escrituras deben penetrar en tu mente y corazón a través de la meditación, leyéndola, escuchándola, reflexionando en ella y dando vueltas una y otra vez en tu mente, para producir sanidad en tu cuerpo. Y una vez que la Palabra realmente penetre tu corazón, puede traer salud a toda tu carne. Hoy permite que la Palabra de Dios penetre profundamente en tu corazón.
Palabra diaria: Señor, elijo hoy meditar en Tu Palabra sanadora. Con Tu Palabra en lo profundo de mi corazón, sé que Tu sanación llenará mi cuerpo. ayúdame cada día a hacer de ella la guía de mi vida. Dame la sabiduría para que mis acciones reflejen el aprendizaje que a partir de su estudio he tomado, de manera que pueda caminar cada día, cercano a Tí.
Resumen Salmos 107:
En el salmo 107 el salmista, habiendo celebrado en los dos salmos anteriores la sabiduría, el poder y la bondad de Dios en su conducta, en particular, con su iglesia, observa aquí algunos de los ejemplos de su cuidado providencial por los hijos de los hombres en general, especialmente en sus momentos de angustia, pues no sólo es Rey de los santos, sino también Rey de las naciones; no sólo es Dios de Israel, sino también Dios de toda la tierra y Padre de toda la humanidad. Aunque el salmo puede referirse especialmente a los israelitas a título personal, había quienes no pertenecían a la comunidad de Israel y, sin embargo, eran adoradores del Dios verdadero; e incluso los que adoraban imágenes tenían cierto conocimiento de una «deidad» suprema a la que, ante una situación difícil, miraban por encima de sus falsos dioses. Y a éstos, cuando oraban en su angustia, Dios les dedicaba un cuidado especial.
Más Palabra Edificada / Sanidad:
Éxodo 15:26
Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios. Yo soy el Señor, tu sanador (Ex 15:26).
Éxodo 23:25
Pero me servirán a mí, el Señor su Dios, y yo bendeciré tu pan y tus aguas, y quitaré de en medio de ti toda enfermedad (Ex 23:25).
Deuteronomio 7:15
El Señor alejará de ti toda enfermedad. No enviará sobre ti ninguna de las plagas malignas que envió sobre Egipto, y que tú conoces, aunque sí las enviará sobre todos los que te aborrezcan (Dt 7:15).
2 Reyes 20:5
Regresa y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo, que yo, el Señor, Dios de su antepasado David, he dicho: He escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas. Te voy a devolver la salud, y dentro de tres días vas a ir a mi templo (2 Re 20:5).
Salmos 41:3-4
Cuando esté enfermo, el Señor lo sustentará; suavizará sus males mientras recobra la salud. Yo le pido al Señor que me tenga compasión, que me sane, pues he pecado contra él (Sal 41:3-4).
Salmos 147:3
El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas (Sal 147:3).
Isaías 53:5
Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados (Is 53:5).
Salmos 103:3-4
El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. El Señor te rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia (Sal 103:3-4).
Isaías 57:18
Ya he visto el camino que siguen, pero a pesar de eso los sanaré y los consolaré; a ellos y a los que lloran los dirigiré (Is 57:18).
Jeremías 30:17
Aunque te han llamado ‘la despreciada’, y aunque dicen: ‘Ésta es Sión, de la que nadie se acuerda’, yo te devolveré la salud y sanaré tus heridas (Jr 30:17).
Jeremías 33:6
Pero les traeré salud y medicamentos, y los sanaré, y les haré experimentar una paz abundante y duradera (Jr 33:6).
Salmos 30:2
Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste Sal 30:2).
Oseas 6:1
¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas (Os 6:1).
Mateo 8:7
Jesús le dijo: «Iré a sanarlo» (Mt 8:7).
Santiago 5:14-15
¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados (Stg 5:14-15).
1 Pedro 2:24
Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados (1 Pe 2:24).
3 Juan 2
Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera (3 Jn 2).