(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (2 Corintios 5:10)
Una mañana, leyendo el periódico, Alfred Nobel se sorprendió al encontrar su nombre en la lista de obituarios. Fue un error, pero de todos modos allí estaba. Se sorprendió al ver que se le recordaba principalmente como el hombre que había inventado la dinamita. En ese momento de la historia, la dinamita se utilizaba ampliamente en la guerra. A Nobel le angustiaba pensar que sólo se le conocería por haber inventado la dinamita, algo que se utilizaba para el conflicto, la desidia y la muerte. A raíz de la lectura de esta necrológica, Nobel decidió cambiar el rumbo de su vida, y hacer algo que revirtiese aquella imagen que había ganado por su principal invento. De allí que se comprometió con la paz mundial y estableció lo que hoy conocemos como el Premio Nobel de la Paz, aparte de el premio Nobel para otras ramas del conocimiento como la medicina, física, química y literatura. Hoy en día, cuando se menciona el nombre de Alfred Nobel, la dinamita no suele ser lo primero que viene a la mente. En cambio, pensamos rápidamente en el premio que lleva su nombre. Todo esto se debe a que Alfred Nobel decidió cambiar el rumbo de su vida.
Otro hombre, que vivió siglos antes, también cambió el rumbo negativo al que estaba abocada su vida. Su nombre era Pablo, antes llamado Saulo de Tarso. Conocido como un implacable perseguidor de la iglesia primitiva, estaba decidido a detener la propagación del cristianismo. Pero tras una dramática conversión en el camino de Damasco, Pablo dedicó el resto de su vida a predicar el evangelio y a edificar la iglesia. Hoy lo recordamos como misionero, constructor de iglesias y autor de 13 epístolas del Nuevo Testamento.
Si hoy leyeras tu propia obituario, ¿qué crees que la gente recordaría de ti? Nunca es demasiado tarde para cambiar de dirección.
Palabra diaria: Señor, dame la sabiduría para ver en mi propia persona aquellas cosas que no te agradan y que me impiden caminar junto a Ti plenamente, y con ello dame la gracia de poder cambiarlas para ser, primero ante Ti y luego ante mis hermanos, ejemplo de obediencia comprometida a Tu voluntad y servicio fiel a los mandatos de Tu Palabra.
Resumen de Capitulo 2 Corintios 5:
En 2 Corintios 5, Pablo habla de la morada terrenal y del hogar eterno, es decir, del cuerpo humano y del espiritual. Se acerca a este tema para hablar de que mientras estamos aquí estamos «lejos» del Señor, pero pronto esa distancia será eliminada.
Por lo tanto, debemos vivir por la fe. Nuestros ojos deben estar puestos en Dios. Si hacemos esto nuestras vidas serán dirigidas por la voluntad de Dios y estaremos listos para el tribunal de Jesucristo.
Esquema de 2 Corintios 5:
5.1 – 6: La morada terrenal y el hogar eterno
5.7 – 13: Vivir por la fe y el tribunal de Jesucristo
5.14-21: El amor de Jesucristo y el ministerio de la reconciliación
Comentario Bíblico – 2 Corintios 5:10:
El apóstol se anima a sí mismo y a los demás a cumplir su deber. Las esperanzas bien cimentadas del cielo no animarán a la pereza ni a la confianza pecaminosa. Todos deben considerar el juicio venidero, al que se llama El terror del Señor. Sabiendo cuán terrible es la venganza que el Señor ejecutará en los hacedores de iniquidad, el apóstol y sus hermanos usan todo argumento y persuasión para llevar a los hombres a creer en el Señor Jesús, y para actuar como sus discípulos. Su celo y diligencia eran para la gloria de Dios y para el bien de la Iglesia. El amor de Cristo por nosotros tendrá un efecto similar en nosotros si es debidamente considerado y rectamente juzgado. Todos estaban perdidos y deshechos, muertos y destruidos, esclavos del pecado, sin poder para liberarse y tendrían que haber seguido así, miserables para siempre, si Cristo no hubiera muerto. No debemos hacer de nosotros la finalidad de nuestra vida y acciones, sino a Cristo. La vida del cristiano debe ser dedicada a Cristo. ¡Ay, cuántos muestran la nulidad de la fe y del amor que profesan viviendo para sí mismos y para el mundo!