Génesis 34 registra el terrible episodio del abuso de Siquem por parte de Dina. El estudio bíblico de Génesis 34 sigue mostrando el riesgo asumido por la comunidad de la alianza y la venganza ilegítima promovida por dos de los hijos de Jacob.
Algunos comentaristas sugieren que quizá Génesis 34 sirvió de advertencia al pueblo de Israel en vísperas de su entrada en Canaán. Así como casi la familia del pacto se mezcló con los cananeos en aquella ocasión, también la generación que entraría en la Tierra Prometida debería tener cuidado para que no se repitiera este error.
El esquema de Génesis 34 puede ordenarse como sigue:
Dina es abusada por Siquem (Génesis 34:1-7).
La propuesta de los siquemitas (Génesis 34:8-12).
La respuesta de los hijos de Jacob (Génesis 34:13-24).
La venganza de Simeón y Leví (Génesis 34:25-31).
Dina es abusada por Siquem (Génesis 34:1-7)
Génesis 34 comienza mostrando a Dina, hija de Jacob y Lía, en un paseo hacia la cercana ciudad habitada por los siquemitas. El texto bíblico dice que Siquem, hijo de Hamor, que era príncipe de aquella tierra, vio a Dina y la tomó y la poseyó (Génesis 34:1,2).
La palabra «poseído» utilizada para describir la actitud de Siquem hacia Dinah traduce un término hebreo que también significa «forzar». Esto significa que Dinah no consintió la relación. Por lo tanto, fue víctima de abusos. El propio texto bíblico lo deja muy claro al afirmar que Siquem humilló a Dina.
Después, el texto muestra que el muchacho se encariñó con Dinah, es decir, se enamoró y deseó casarse con ella. Incluso se dirigió a su padre pidiéndole que interviniera ante Jacob para que Dina fuera su esposa (Génesis 34:3,4).
Cuando se enteró de lo sucedido, Jacob guardó silencio. No tenía más información sobre el caso y esperó a asesorarse con sus hijos que estaban en el campo. Así que cuando los hijos de Jacob se enteraron de lo sucedido, se enfadaron mucho. Estaban enfadados porque Siquem había «cometido un ultraje en Israel al violar a la hija de Jacob, cosa que no debía hacerse» (Génesis 34:7). Esta descripción refuerza una vez más que Siquem había cometido un crimen atroz.
La propuesta de los siquemitas (Génesis 34:8-12)
En el encuentro entre Hamor y Jacob, el padre de Siquem dijo que su hijo estaba muy enamorado de Dina y que deseaba casarse con ella. Así que propuso que la familia de Jacob se uniera a la suya, apareciendo a través de matrimonios mixtos.
Esto haría posible que la familia de Jacob se estableciera como residentes permanentes en esa tierra, pudiendo dedicarse a los negocios y obtener posesiones. El propio Siquem también dijo que estaba dispuesto a dar la dote que fuera necesaria para Dina. No se trataba de la dote nupcial que la familia de la novia entregaba al novio, sino del precio de la novia que el novio pagaba a su padre (Génesis 34:8-12).
Aunque la propuesta de Siquem era aparentemente armoniosa, también era muy peligrosa. Por un lado, los siquemitas vieron en esa ocasión la posibilidad de un buen trato que favorecía sus propios intereses. Una unión con los hijos de Israel podría traer enriquecimiento a los siquemitas (cf. Génesis 34:23).
Por otra parte, esta propuesta representaba una grave amenaza para la comunidad del pacto, ya que implicaba la mezcla de los descendientes de Abraham con los pueblos vecinos. La idea era que los herederos de la alianza de Dios se convirtieran en «un solo pueblo» con los cananeos de Siquem (cf. Génesis 34:16).
La respuesta de los hijos de Jacob (Génesis 34:13-24)
Génesis 34 dice que los hijos de Jacob respondieron con falsedad a la propuesta de Siquem. Actuaron con un engaño repentino el comportamiento encubierto que una vez presentó Jacob. Sin embargo, los hijos de Jacob eran malvados, pues pretendían vengarse cruelmente de los siquemitas (Génesis 34:13).
Así que inicialmente fingieron estar interesados en la propuesta de Siquem. Sin embargo, impusieron como condición que los hombres de Siquem se circuncidaran todos, pues sólo así podría haber integración económica y social entre ellos (Génesis 34:14-17).
Esta contrapropuesta de los hijos de Jacob demuestra que abusaron de la circuncisión como signo de la alianza de Dios con Abraham (cf. Génesis 17:11-14). Vaciaron su significado al utilizarlo como herramienta para obtener venganza.
Las palabras de los hijos de Jacob agradaron a Hamor y Siquem. Así que apenas Siquem realizó la circuncisión, convenció a todos los hombres de su ciudad para que hicieran lo mismo. Reunió a su pueblo en la puerta de su ciudad, el lugar común donde se celebraban las audiencias públicas en aquellos días. Como argumento, utilizó los beneficios económicos que la unión con la casa de Jacob traería a los siquemitas (Génesis 34:18-23). Finalmente, la gente de la ciudad escuchó a Hamor y Siquem y todos los hombres fueron circuncidados (Génesis 34:24).
La venganza de Simeón y Leví (Génesis 34:25-31)
Al tercer día después de la circuncisión, cuando los hombres de Siquem sintieron más fuerte el dolor de la operación, dos hijos de Jacob, Simón y Leví, llevaron a cabo su plan de venganza. Cada uno de ellos tomó una espada, entró inesperadamente en la ciudad y promovió una verdadera masacre. Debilitados e incapaces de reaccionar, todos los hombres de la ciudad murieron, incluidos Hamor y Siquem. En ese momento Dina vivía ya en la casa de Siquem, y fue sacada de allí por sus hermanos (Génesis 34:25).
Entonces los hijos de Jacob saquearon la ciudad. Tomaron los rebaños y todo lo que había en la ciudad y en el campo. Todos los bienes de los siquemitas, sus hijos y sus mujeres, fueron llevados cautivos por los hijos de Jacob (Génesis 34:26-29).
La actitud de Simeón y Leví fue desaprobada por Jacob y le causó gran preocupación. Jacob sabía que esa venganza podía dar lugar a severas represalias por parte de otros pueblos de aquella tierra (Génesis 34:30). Jacob reconoció que después de ese acontecimiento se había arruinado toda posibilidad de relaciones pacíficas con los cananeos, y que su familia estaría en constante peligro en esa tierra.
Sin embargo, los hijos de Jacob no lamentaron lo que habían hecho y se mantuvieron firmes en la idea de que habían defendido el honor de Dina. Para ellos, Siquem había tratado a Dina como una prostituta (Génesis 34:31).
De hecho, el castigo impuesto a Siquem por Simeón y Leví fue completamente excesivo, incluso bajo la interpretación de la Ley Mosaica que se instituyó posteriormente (cf. Deuteronomio 22:28,29). Actuaron de forma inconsecuente, prematura e ilegítima. Lo que hicieron no tiene nada que ver con una reparación razonable, sabia y justa del crimen cometido contra Dinah.
Sea como fuere, este triste episodio narrado en Génesis 34 no sólo puso a prueba la promesa de protección divina a la casa de Jacob, sino que también prefiguró la hostilidad entre israelitas y cananeos y las batallas que se librarían en la posesión de la Tierra Prometida.
Devocional:
Salió Dina la hija de Lea, la cual esta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. (Génesis 34:1)
La Biblia nunca oculta los errores de los siervos de Dios. Incluso en la familia de Jacob se pueden identificar los pecados y el triste resultado de decisiones cuestionables. Génesis 34 aporta una historia paralela a la de Jacob, relatando el episodio en que su hija Dina es maltratada por Siquem, hijo de Hamor, que era príncipe de aquella tierra. Génesis 34 me muestra que Dios no pierde el control de la historia, ¡incluso cuando sus siervos son obstinados y frívolos!
Esta historia prepara al lector para los acontecimientos que tendrán lugar en la vida de José (Gn 37), mostrando de antemano que sus hermanos eran obstinados y crueles, y también nos muestra que incluso entre aquellos con los que Dios está trabajando puede haber pecados muy graves y opciones morales cuestionables. Sin embargo, Dios es Dios y trabaja en medio de personas como tú y yo. No somos mejores que los hermanos de Jacob. Lo que tenemos de bueno en nosotros es Cristo, y lo que nos sostiene es la gracia de Dios, ¡sólo la gracia!
Génesis 34 me muestra que Dios no pierde el control de la historia, ¡incluso cuando sus siervos son obstinados y frívolos!
Oración:
Señor, Tu gracia es tan maravillosa, gigantesca e insondable, que aún siendo imperfectos y muchas veces obrando en contra de Tu voluntad o Tu ley, nos das una segunda oportunidad y nos aceptas con Tu perfecto amor, porque no quieres que ninguno de Tus hijos se pierda. Por ello te pido Padre que renueves para mí Tu misericordia cuando cometa un error o cuando omita u olvide servirte con verdadera gratitud y fidelidad, que recuerde que como Padre amoroso nos aceptas sin condiciones y que debo responder con el mismo amor a esa maravillosa verdad. En El Nombre de Jesús, Amén.