Versículo:
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Juan 8:35’36)
Comentario:
Al final de estos comentarios bíblicos atinentes a la liberdad espiritual verdadera que solo viene de seguir fielmente a Dios, quiero volver al diálogo que Jesús mantuvo con sus compañeros judíos; en él, les reafirma su deseo de liberarlos completamente del yugo espiritual al que habían llegado.
A Jesús no le preocupaba el cautiverio romano, porque entendía que era transitorio y finito, su mayor preocupación era la vida espiritual de su pueblo.
Quería que los judíos no sólo cumplieran la misión de llevar el Reino de Dios a otras naciones, sino que vivieran especialmente ese reino en sus vidas.
Así, la declaración del texto de hoy habla de su deseo de cambiar la realidad espiritual de los judíos, dándoles la oportunidad de vivir una libertad que nace en el corazón del hombre aquí en la tierra y llega al corazón de Dios en los reinos celestiales.
Esta intención de Jesús se extiende a todos los hombres, en todos los tiempos, en todos los lugares.
Eso nos incluye a ti y a mí.
Oración:
Señor, enséñame cada día como servirte de la mejor manera, con los dones con los que me has bendecido, y a glorificarte en cada paso que dé, y mediante ello que pueda mantenerme fiel a las revelaciones de Tu Palabra, viviendo por ella y dejándola entrar en mi mente y en mi corazón, a fin de alcanzar la meta de vivir en la libertad de contar con Tu presencia y Tu amor en todas mis circunstancias.