Señor, en esta mañana quiero primero agradecerte el privilegio de un nuevo despertar, algo que podemos pensar, en medio de nuestra rutina apurada, es pequeño e insignificante. Sin embargo el darnos un nuevo día de vida en el que podemos caminar contigo y disfrutar de Tu maravilosa creación, es una dádiva que sólo podemos agradecerte Padre.
Hoy quiero andar mejor que ayer Señor, más cerca de Ti, más apegado a Tu voluntad, más humilde y dispuesto a servirte de todo corazón. Por ello te pido, que me des la fuerza para seguir adelante, sabiendo que tendré dificultades, que a veces sentiré que me encuentro sólo o que la vida me ha jugado un mal juego, que me encuentro sin rumbo; Y en esos momentos Padre sé que solo tengo dos alternativas: mirar al suelo o mirar al cielo; entonces permíteme Señor, mirar al cielo y observar Tu grandeza y perfección y no mi pequeñez, observar Tu amor y misericordia y no mis fallas, observar Tu fuerza infalible e infinita y no mis habilidades y fuerzas que frente a las tuyas son insignificantes y limitadas; de forma que ponga mis ojos en Ti, mi esperanza en Ti, mi total y plena confianza en Ti Padre, pues solo Tu puedes darme la fuerzas para levantarme como el águila al tomar el vuelo, y sobreponerme a los problemas, miedos y angustias.
Gracias Señor, por darme Tu mano también hoy, para seguir andando en Tu voluntad.
En El Nombre de Jesús, Amén.