Palabra:
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia. (Hebreos 12:28)
En la vida enfrentamos diversas pruebas, naturales, pero que deben representar una amenaza para nuestra estabilidad si pensamos que son instrumentos de Dios para fortalecer nuestra fe y confianza en Él, y para que sepamos que Él representa la unidad suprema en nuestra existencia. Ante cualquier situación, contamos sus promesas de bienestar como la dada en Romanos 8.28 de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. En cualquier caso, el propósito del Todopoderoso sigue siendo el mismo: glorificarse a sí mismo en nuestro mundo y en nuestras vidas.
El Señor permite las sacudidas por diferentes razones, pero por ahora, concentrémonos en una sola: Él no tolerará nada que le permita al hombre parecer autosuficiente a sus propios ojos. Por tanto, Dios permite, por amor, que tengamos bastantes problemas para que nos demos cuenta de nuestra necesidad de Él. Pensemos en los problemas que enfrentaban los israelitas cada vez que se apartaban de Jehová para adorar otros dioses. Es lo mismo que hacemos nosotros hoy en muchos sentidos. Individualmente, en nuestras iglesias, y como nación, muchas veces glorificamos a “dioses” como el dinero o el nivel social. Pero Aquel que nos creó no tolerará esto.
Por nuestro orgullo, tendemos a pensar que somos capaces de prescindir de Dios. Pero, por amor, el Señor puede agitar nuestras vidas para mostrarnos nuestra dependencia de Él. Si basamos nuestra seguridad en cualquier cosa que no sea Jesucristo, nos encontraremos en arena movediza.
Oración:
Señor, que este siempre consciente de lo imprescindible que eres en mi vida. Sin Tu guía no soy nada. Ámparame siempre con Tu presencia y guíame por los caminos de bien en los que pueda glorificarte Padre. Amén.