Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. (Salmos 91:2)
Sin duda, el hombre que escribió este salmo mesiánico estaba convencido de la maravillosa seguridad que se encuentra en el Señor, su Dios, porque su fe le fue acreditada como justicia y podía confesar legítimamente que ella estaba puesta en el Dios Altísimo, el Rey Todopoderoso del universo, que es el soberano gobernante de todo y el protector divino de los que creen en su nombre.
Pero el salmista se inspiró para escribir palabras que miraran al futuro del Dios-Hombre, que fue herido por nuestras transgresiones y llevó el pecado del mundo sobre Sus hombros, para que todos los que confían en Él puedan identificarse con Su muerte, sepultura y resurrección a una nueva vida, y afirmar con confianza: «El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.»
Mi Oración:
Querido Padre Celestial, ayúdame a vivir una vida de fe y confianza en Ti como nuestro Refugio, nuestra Fortaleza y nuestra roca de salvación sobre la que sustentamos todas nuestras esperanzas, deseos y objetivos, y ayúdame Señor a ser obediente y paciente a Tus tiempos perfectos, con la actitud correcta en la que pueda perseverar en oración sin olvidar ninguna de Tus maravillosas promesas, confiando al mismo tiempo en que saldré fortalecido y transformado, siempre para Tu honra y gloria. Todo esto te lo pido en el Nombre de Jesús, Amén.