(Lee al final el estudio un devocional de 1 Cronicas 2. Esperamos sea de bendición para ti.)
Resumen
El sentido de 1 Crónicas 2 relaciona a los doce hijos de Jacob y a los descendientes de Judá. Jacob engendró doce hijos: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, José, Benjamín, Neftalí, Gad y Aser.
Tras enumerar a los hijos de Jacob (Israel) comenzando por el hijo mayor, Rubén, el escritor dirige inmediatamente su atención a la tribu de Judá, la tribu que produjo la dinastía de David.
Resúmen de versículos
2:1, 2 Compare el orden de los hijos de Israel con Génesis 35:23-26.
2.3 Aunque es el cuarto hijo de Jacob (v. 1), Judá aparece el primero en la genealogía detallada, porque la promesa mesiánica debía cumplirse a través de él (Gn. 49:10). Así, el cronista revela que su genealogía y su presentación de los acontecimientos históricos están controladas por la importancia teológica, no por la cronología real.
2.4, 5 A diferencia del Génesis, pero fiel a los propósitos teológicos, el autor no menciona los detalles del vergonzoso trato de Judá a su nuera ni su posterior exposición (Gn 38.12-26). Sólo quiere establecer el linaje entre Judá y David. Sin embargo, no pudo evitar por completo la implicación de incorrección, pues al menos tuvo que mencionar quién era Tamar.
2.6-9 Aunque el linaje de David incluía a Pérez, el hermano de Zéraj, los descendientes de Zéraj se mencionan en este pasaje debido a la importancia de Acar (1 Cr. 2.7), también llamado Acán en la narración de Josué 7.10-26. Etán, Hemán, Calcol y Darda se mencionan por su papel en la música del templo bajo el rey David y también por su distinción como poetas y sabios (1 Cr 15.16-19; 1 Re 4.29-31).
2.10-14 Esta genealogía es selectiva en el sentido de que se centra sólo en los miembros más importantes del linaje. Por ejemplo, Nahshón era el líder de la tribu de Judá en la época de la marcha por el desierto desde el Sinaí hasta Cades-Barnea (Núm. 1.7, 2.3; 7.12). El tiempo transcurrido entre Judá y Nahasón fue de 450 años (más de cinco generaciones, 1 Cr 2.4-10).
2.15 Jesé tuvo siete hijos, siendo David el menor de ellos (compárese 1 Sam. 16:10,11 y 17:12, donde parece que Jesé tuvo ocho hijos).
2.16, 17 Las hermanas rara vez se mencionaban en las genealogías antiguas. Sin embargo, esta genealogía presta una atención específica a la familia de David, que incluye a sus hermanas.
2.18-24 Este Caleb no era el famoso compañero de Josué (Núm. 13:6; Jos. 14:6,7) que existió hace varios siglos durante la conquista de Canaán. De hecho, Bezalel (1 Cr. 2:20), uno de los descendientes de este Caleb, fue un artesano encargado de construir el tabernáculo en el desierto (Ex. 31:2).
2.25-41 Los hijos de Jerajmeel ocuparon más tarde el Negueb, la zona desértica del sur de Judá.
2:42-48 Se trata del mismo Caleb de los versículos 18 y 19. En este contexto su genealogía es mucho más larga, al parecer debido a otras esposas que tuvo.
2.49, 50 El Caleb de la época de Josué tuvo una hija llamada Acsa, que se convirtió en la esposa del primer juez de Israel, Otoniel (Jue 1.12,13). Puede parecer incluso que este Caleb es el mismo que el que le sigue, pero, observando el uso continuo de este nombre en la genealogía del cronista, se ve que Caleb se refiere a un individuo del pasado. Acsa, probablemente, era la hija del anterior Caleb, es decir, su descendiente. Este último era sin duda descendiente del primero, conclusión apoyada por el hecho de que ambos eran de la tribu de Judá (1 Cr 2.4, 5, 9, 18, 42; Núm 13.6).
2.51-54 El cronista registró la genealogía de Caleb por la importancia de Belén, la ciudad natal del rey David. Uno de los descendientes de Caleb, Salma, fue el fundador o padre de los betlehemitas.
2.55 Como el compilador de las Crónicas era evidentemente un escriba, tuvo mucho interés en mencionar, aunque fuera en una nota a pie de página, a varias familias de escribas. Estas familias son desconocidas, al igual que Jabes, el lugar donde habitaban. Los escribas eran ceneos, un pueblo emparentado con Israel a través del matrimonio de Moisés con una mujer cenea, que también se cree que era madianita (Jue 4-11). Como aquí aparecen nombres ceneos, se tiene la impresión de que descienden de Judá, ya que todo el contexto del pasaje trata de la genealogía de Judá. La genealogía también los relaciona con Recab, el santo fundador de un linaje de israelitas devotos que siguieron los mandatos de sus padres (Jer 35.1-19).
Devocional:
Estos son los hijos de Israel: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, 2 Dan, José, Benjamín, Neftalí, Gad y Aser. (1 Crónicas 2:1-2)
Los doce hijos de Jacob, a quien Dios rebautizó como Israel (Génesis 32:28), dieron origen a las doce tribus de Israel. A través del linaje de cada uno, se establecería una tribu con una función específica dentro de la nación elegida. Entre todos ellos, Judá destacaba ciertamente. De ella surgió David (v. 15), el gran rey de Israel. Y de ella saldría también el Salvador, Jesucristo.
La genealogía de Judá apuntaba a la redención. A pesar de generaciones y generaciones perversas, la mano de Yahveh mantuvo la promesa de que «el cetro no se apartará de Judá» (Génesis 49:10). Y ya hemos estudiado que, a pesar de la separación de las tribus, Judá permaneció con una monarquía independiente de Israel.
Entre los hijos de Israel, Judá era el cuarto hijo de Jacob con Lea. Lea no fue amada por Jacob como lo fue su hermana Raquel. Por ello, intentó ganarse el amor de su marido mediante la bendición de sus hijos. Pero con cada niño en el que depositaba su deseo de ser amada, sus expectativas se veían frustradas. Sólo cuando tuvo a Judá dijo Lea: «Esta vez alabaré a Yahveh» (Génesis 29:35). Ella no sabía que sus palabras ya apuntaban a la mayor promesa de todas. De ese hijo descendería el Hijo de Dios.
Los judíos tuvieron la oportunidad de vivir codo con codo y cara a cara con Cristo y lo rechazaron. Jesús los llamó «generación mala y adúltera» (Mateo 12:39). Pero fue en esa generación cuando nació el Sol de Justicia.
El apóstol Pablo dijo que «en los últimos días vendrán tiempos difíciles, porque los hombres serán egoístas, avaros, orgullosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres… (2 Timoteo 3:1-5), y ahí va una larga lista de características que ningún cristiano (genuino) desea poseer. Vivimos en medio de esta generación, mucho peor que la que tomó
Cristo a la cruz. Y es en esta generación de los últimos días cuando Cristo vendrá por segunda vez. Lo que nos muestra que, al igual que en medio de una generación perversa, Cristo conservó discípulos que permanecieron fieles,
También mantiene en este tiempo del fin una generación de Dios en medio de una generación incrédula: «porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vuestros poetas: ‘Porque también de Él somos generación'» (Hch 17,28).
¿Lo ha entendido? Tenemos que tomar una decisión: formar parte de la generación de 2 Timoteo o de la generación de Dios (Hechos 17:29).
«No llevará el hijo la iniquidad del padre, ni el padre la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la iniquidad del impío recaerá sobre él» (Ezequiel 18:20).
Judá no era el mejor de los hijos, ni su generación correspondía al carácter de Cristo, pero de él procedía.
Todos somos pecadores, pero si elegimos ponernos en manos de Dios somos llamados «linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo propiedad exclusiva de Dios, para que anunciéis las alabanzas de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).
Forme parte de la generación que muy pronto dirá: «¡He aquí nuestro Dios, en Quien hemos esperado y nos salvará!» (Isaías 25:9).
¡Buenos días, generación de Dios!
Oración:
Señor guíame cada día de forma que pueda caminar por las sendas que me lleven a ser digno de Tu linaje escogido, propiedad exclusiva tuya como nos promete Tu Santa Palabra, Gracias Padre, En El Nombre de Jesús, Amén.