(Lee al final el estudio contextual del versículo de hoy y también las referencias cruzadas del mismo para una mayor profundización en la Palabra del devocional diario)
Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. (Salmos 37:9)
Esperar en Dios es una disciplina espiritual importante en nuestro caminar de fe. La vida del rey David nos enseña el valor de obedecer el plan del Señor, y el peligro de adelantarnos a Él.
Cuando David era un joven pastor de ovejas, el profeta Samuel lo ungió como el próximo rey de Israel. Sin embargo, no se convirtió en su gobernante durante muchos años. Esperar que el Señor lo pusiera en el trono se hizo más difícil, porque el rey en vigor, Saúl, se volvió en contra de David, y en varias ocasiones trató de asesinarlo. Pese a la oportunidad que tuvo de tomar el asunto en sus propias manos y matar a su enemigo, David se contuvo. Tampoco permitió que nadie atacara a Saúl (1 S 24.1-7). Esperó en Dios, y fue muy bendecido por su obediencia.
El rey David supo también lo que era seguir adelante sin el Señor. Un año decidió no unirse a sus tropas en la batalla, aunque la guerra era uno de sus deberes (2 S 11.1). Durante el tiempo que se quedó en casa, se fijó en Betsabé, la esposa de Urías, y la codició. Actuando de conformidad con sus deseos, engendró un hijo con ella y luego trató de ocultar su pecado. ¡Vaya el desastre que hizo de su vida! En vez de obedecer el plan del Señor y ser bendecido, experimentó el castigo divino y mucho dolor.
Como creyentes, queremos obedecer al Señor, pero puede haber situaciones en las que un deseo intenso nos impulse hacia adelante sin esperar su dirección. Al igual que David, experimentaremos las bendiciones de la obediencia, o el dolor de la desobediencia.
Oración diaria: Señor, concédeme la disciplina para obedecer el plan que tienes para mí, el discernimiento para entender aquello que quieres que haga y la paciencia para confiar en Tus tiempos.
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Resumen de Capitulo Salmos 37:
El Salmo 37 es una reflexión sobre la sabiduría que hace hincapié en el contraste entre los justos y los malvados. El estudio bíblico del Salmo 37 expresa lo temporal que es la felicidad de los malvados. El título del Salmo 37 indica que fue escrito por el rey David.
El texto poético del Salmo 37 deja claro que el salmista escribió este poema cuando era un hombre maduro (Salmo 37:25). Esto explica la forma en que el autor se sitúa a lo largo del salmo como un observador cuya experiencia vital confirma su reflexión. El tema principal del salmo 37 puede resumirse en una sola pregunta: ¿Por qué prosperan los malvados mientras sufren los justos?
El pacto que Dios hizo con Israel en Levítico 26 y Deuteronomio 27-30 es la base de la seguridad de David de que los justos están seguros. El tema de la prosperidad de los malvados también aparece en los Salmos 49 y 73. Lo más probable es que David escribiera el Salmo 37 en su vejez.
Referencias cruzadas Salmos 37:9:
Salmos 25:13 – Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.
Isaías 57:13 – Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.
Salmos 37:29 – Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.
Proverbios 2:21 – Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella,
Job 27:13-23 – Esta es para con Dios la porción del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente: Si sus hijos fueren multiplicados, serán para la espada; Y sus pequeños no se saciarán de pan. Los que de él quedaren, en muerte serán sepultados, Y no los llorarán sus viudas. Aunque amontone plata como polvo, Y prepare ropa como lodo; La habrá preparado él, mas el justo se vestirá, Y el inocente repartirá la plata. Edificó su casa como la polilla, Y como enramada que hizo el guarda. Rico se acuesta, pero por última vez; Abrirá sus ojos, y nada tendrá. Se apoderarán de él terrores como aguas; Torbellino lo arrebatará de noche. Le eleva el solano, y se va; Y tempestad lo arrebatará de su lugar. Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará; Hará él por huir de su mano. Batirán las manos sobre él, Y desde su lugar le silbarán.