Después que una mujer entabló una demanda a un restaurante de comidas rápidas por haberse quemado con un café, las compañías comenzaron a cambiar sus manuales y etiquetas de advertencia. Fíjate en las siguientes instrucciones:
En una cena congelada: Descongelar antes de comer.
En una plancha: ¡Cuidado! No planche la ropa sobre su cuerpo.
En un frasco de mantequilla de cacahuate: Puede contener cacahuates.
En la tapa de la leche: Después de abrirla, manténgala derecha.
Si algunas personas necesitan estas obvias directrices en los artículos para el hogar, imagínate cuánto más necesitamos la guía de Dios. El Salmo 119 habla de la importancia de su manual de instrucción: la Biblia. En las páginas de las Escrituras encontramos lo que Dios quiere que creamos, seamos y hagamos.
“Cree en el Señor Jesús, y serás salvo. . .” (Hechos 16:31).
“Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
Pídele al Señor que te enseñe sus estatutos y dirija tus pasos según su Palabra (Salmo 119:133,135). Luego léelo con frecuencia y sigue las instrucciones.