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Palabra:
Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. (1 Juan 4:16)
La mayoría de los cristianos aceptamos que Dios nos ama. Pero, ¿entendemos en verdad lo que significa ser amados así por el Creador del universo?
Examinemos tres aspectos del amor de Dios. Primero, no es influenciado por nada dentro o alrededor de nosotros. Sabemos que aun cuando vivíamos todavía en el pecado, Cristo murió por nosotros (Ro 5.8); no hay sencillamente mayor sacrificio que éste. Nada que hagamos podrá impedir que Dios nos ame, y llegar a entender eso debe aliviar la carga de nuestros hombros.
Segundo, el amor de Dios es eterno. Los creyentes nunca seremos separados del mismo. De hecho, Efesios 1.4 nos dice que el Padre celestial nos escogió antes de la fundación del mundo. Sabemos, por tanto, que su amor por nosotros ha sido siempre una realidad, y siempre lo será.
Tercero, sabemos que el amor de Dios es parte de su naturaleza (1 Jn 4.8), y que está dirigido a todas las personas (Mt 5.45). Pero los creyentes lo experimentan de modo diferente a quienes no siguen al Señor Jesús. Piense en lo que sucedería si en el patio hay un toldo que protege a una parte del jardín. Cuando llueva, algunas flores pueden estar rodeadas de agua sin mojarse realmente. De igual manera, una persona que no tiene una relación con Dios, no es impresionada por su amor, a pesar de que existe y está disponible.
Podemos confiar en Aquel que nos ama intensamente y por completo. Jesús lo demostró al morir en nuestro lugar para salvarnos de las consecuencias de nuestro pecado. Él promete estar con nosotros siempre y aun cuando no sintamos su amor, éste nos rodea y protege por siempre.
Ora:
Señor, permite dirigir mis pasos por la gracia de Tu amor. Enséñame a amar a otros de la forma en que me amas, de manera que ellos puedan conocerte y abrirte un espacio en su corazón. Amen.
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Resumen del capítulo 1 Juan 4:16:
Primera de Juan 4 comienza con el mandato de probar las afirmaciones espirituales, ya que no todos los maestros son fieles a la fe. A los cristianos nunca se les ordena creer «porque sí». De hecho, a menudo se nos advierte que debemos considerar cuidadosamente antes de confiar en cualquier mensaje en particular (Hechos 17:11; Colosenses 2:8-10). A Juan le preocupaba que los falsos profetas y las falsas enseñanzas engañaran a sus lectores. Primera de Juan 4:2 da la prueba para los espíritus que realmente vienen de Dios. Estos son los que reconocen la encarnación real de Jesucristo.
El capítulo 4 de Primera de Juan subraya el modo en que el amor de Dios elimina el miedo natural del ser humano al rechazo. El miedo es un castigo propio, y los que no creen tienen razones para temer el juicio. Los creyentes, en cambio, tienen confianza. Cristo no sólo ha perdonado nuestros pecados, sino que nos da el amor de Dios. Seguir este amor lleva a la aceptación, que conduce a la confianza, expulsando el miedo. Este pasaje es la sección clave de la carta de Juan, que explica cómo debe lograrse la confianza en la vida de un creyente.
Referencias cruzadas por término – 1 Juan 4:16:
Dios es amor:
Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. 1 Juan 3:24
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 1 Juan 3:1
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:8-10
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! (Salmos 31:19)
Y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él:
Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Juan 6:69;
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 1 Corintios 2:9.
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 1 Juan 3:16;
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 1 Juan 4:12-13