[Dios] nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar. (2 Corintios 1:4)
A veces, este viaje por la vida puede ser tan difícil que nos sentimos abrumados, como si la oscuridad no tuviera fin. Durante una experiencia familiar así, una mañana, mi esposa aprendió una nueva lección en su tiempo devocional: «Creo que Dios quiere que no nos olvidemos en la luz lo que estamos aprendiendo en la oscuridad».
Pablo les escribe el mismo concepto a los corintios (2 Corintios 1), después de describir las terribles dificultades que atravesaron él y su equipo en Asia Menor. El apóstol quería que entendieran que Dios puede rescatarnos aun en los momentos más oscuros. Dice que somos consolados para que, así, aprendamos a consolar a otros (v. 4). Con las pruebas, Dios estaba enseñándoles cosas a Pablo y sus colaboradores, para que pudieran consolar y orientar a los corintios al enfrentar dificultades similares. Y el Señor hace lo mismo con nosotros, si estamos dispuestos a escuchar: nos enseña a usar lo que hemos aprendido en la pruebas, para servir a los demás.
¿Estás en la oscuridad ahora? Que las palabras y la experiencia de Pablo te alienten. Confía en que Dios está dirigiendo tus pasos y grabando verdades en tu corazón para que las compartas con los que atraviesan circunstancias similares. Estuviste allí antes, y sabes cómo volver a casa.
Palabra diaria: Señor, confírmame tu presencia en mis horas oscuras. Dame sabiduría y confianza para aceptar que mi destino es el resultado de las acciones que haga aquí y ahora y que si siembro con amor mis semillas y encomiendo mi vida y mis anhelos en tus manos, pronto habré de reunir una hermosa y abundante cosecha. En este nuevo día que me regalas quiero confiar con firmeza, servir generosamente y aguardar paciente en mi fe.