(Lee al final el estudio un devocional de Esdras 3. Esperamos sea de bendición para ti.)
Resumen
El sentido de Esdras 3 relata la construcción del altar de Dios. Entonces el sumo sacerdote Jesúa, con sus hermanos sacerdotes, también Zorobabel y sus hermanos, construyeron el altar del Dios de Israel. A fin de poder traer los holocaustos, como lo ordenaba la ley. La obediencia a la Palabra de Dios era su primera preocupación. También les invadía el temor a causa de la gente de esos países, por lo que sentían la necesidad de protección. Sabían que Jehová es el Escudo y el Refugio de su pueblo confiado (Esdras 3:1-3).
Resúmen de versículos
Esdras 3
3.1 – El séptimo mes era sagrado para el pueblo judío: en su primer día se celebraba la Fiesta de las Trompetas (Núm. 29:1-6); el décimo, el Día de la Expiación (vv. 7-11), y el decimoquinto, la Fiesta de los Tabernáculos (vv. 12- 38). La expresión como un solo hombre significa que el pueblo acudía con un deseo común de adorar a Dios (Ed.3:9).
3.2,3 – Jesúa era el sacerdote Josué (Hag. 1:1; Zac. 3:1); el nombre de su padre, Josadac, también recibió la siguiente grafía: Jehozadak (1 Cr. 6:14; Hag. 1:1).
3.4 – En obediencia a la Palabra de Dios, los israelitas observaban la Fiesta de los Tabernáculos, o de las Tiendas, que conmemoraba el viaje de la primera generación por el desierto (Núm. 29:13-38).
3.5,6 – El holocausto continuo era el sacrificio diario de la mañana y de la tarde (Ex 29.38-42). Los sacrificios de luna nueva no formaban parte de las fiestas narradas en Levítico 23, pero formaban parte del culto de Israel (2 Re 4,23; Am 8,5). Las solemnidades descritas en Levítico 23 incluían: (1) el Sabbat (v.3); (2) la Pascua (v.5), seguida de la Fiesta de los Panes sin Levadura (v.6-8); (3) la Fiesta de las Primicias (v.9-14); (4) Pentecostés (v.15-22); (5) la Fiesta de las Trompetas (v.23-25); (6) el Día de la Expiación (v.26-32) y la Fiesta de los Tabernáculos (v.33-44). Según 2 Crónicas 8:13, anualmente había tres grandes fiestas solemnes: la Fiesta de los Panes sin Levadura (junto con la Pascua), Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos. Esta es probablemente la lista a la que se hace referencia aquí. Las ofrendas voluntarias se daban en los días de fiesta (Dt 16.10, 16-17) y en cualquier momento que el pueblo judío lo deseara (Nm 15.3).
3.7 – Salomón, cuando construyó el primer templo, compró materiales en Sidón y Tiro, los envió a Jope y los pagó con grano, vino y aceite (2 Cr. 2:10-16).
3.8,9 – La construcción del templo de Salomón comenzó en el segundo mes del cuarto año de su reinado (1 Re 6,1). Asimismo, la construcción del segundo templo comenzó en el segundo mes. A partir de los veinte años La Ley exigía que los levitas tuvieran al menos 30 años antes de entrar en el servicio del templo (Núm 4-1-3). Algún tiempo después, la edad mínima se rebajó a 25 años (Núm. 8:24). Finalmente, David la rebajó a 20 años (1 Cr. 23:24,27). El requisito de la edad mínima permitía que más levitas entraran en el servicio del templo. Esta disposición era vital debido al reducido número de levitas que hacían el viaje de regreso a Jerusalén (Ed 2.40).
3.10,11 – Los que regresaron a Jerusalén celebraron la colocación de los cimientos del templo casi de la misma manera que la generación anterior había celebrado el primer templo (2 Cr. 5.13). El coro cantó a dos voces. Un grupo cantaba: Porque Él es bueno; y el otro respondía: Porque es eterna su misericordia (Neh. 12.31).
3.12,13 – El templo de Salomón fue destruido en el año 586 a.C., y el acontecimiento narrado en este pasaje bíblico tuvo lugar unos 50 años después. Los ancianos recordaban la grandeza del primer templo y lloraban.
Devocional:
Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. (Esdras 3:11)
Tan pronto como se estableció en Jerusalén y en las ciudades de Judá, y se acercaba el tiempo de la Fiesta de los Tabernáculos (v.4), «el pueblo se reunió como uno solo en Jerusalén» (v.1). Algunos de los principales hombres del pueblo se levantaron para construir el altar del Señor, fijándolo sobre sus cimientos (v.3). Celebrando la fiesta, «como está escrito, ofrecían diariamente holocaustos» (v.4) al Señor, así como los sacrificios prescritos para «todas las fiestas fijas del Señor» (v.5).
Antes de poner los cimientos del templo del Señor (v.6), hubo un período de rescate del verdadero culto. Hubo una preparación personal y colectiva. Aunque los «hijos de Israel ya estaban en las ciudades» (v.1), las fiestas anuales promovían la reunión de todos en un mismo lugar y con un mismo propósito. Esto contribuiría al trabajo de construcción del templo, manteniéndolos unidos y fortalecidos.
Finalmente, había llegado el momento de comenzar «la obra de la Casa del Señor» (v.8.). «Cuando los constructores hubieron echado los cimientos del templo del Señor, se presentaron los sacerdotes, vestidos y con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al Señor» (v. 10). Allí no había ni una nota discordante. Armoniosa y alegremente cantaban, «dando gracias al Señor»: «Él es bueno, porque es eterna su misericordia sobre Israel» (v. 11).
En esta escena de alabanza y adoración, donde «el pueblo se regocijaba a grandes voces» (v.11), también había voces de llanto. Aquellos que habían conocido la gloria del primer templo, «lloraron en voz alta» (v.12), mientras contemplaban una estructura aún sin forma. Y entre gritos de alegría y voces de llanto, «desde muy lejos» (v.13) se oía la voz del pueblo.
Antes de la acción viene la oración. Antes de la reforma viene el avivamiento. Cuando el mundo reconozca que debe hacerse pueblo de Dios y aprenda completamente el concepto de Su amor, cesarán las rencillas, se disolverán las disputas, se desharán las contiendas, se olvidarán los agravios, madurará la compasión, y «este evangelio del reino será predicado por todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Entonces llegará el fin» (Mt.24:14). ¡Velemos y oremos!
Buenos días, ¡unidos por el Espíritu Santo!
Oración:
Señor, que toques el corazón de todo el mundo para que todos aquellos que no te siguen y no han visto el resplandecer de Tu luz en sus vidas, para reflejarlo a otros hombres, sean alumbrados y las tinieblas de sus corazones sean desaparecidas, sobre todo en los líderes de naciones y hombres de poder que no te han encontrado y son responsables de mucho de lo que vive el mundo hoy por su falta de sabiduría y temor del Señor. Que abran sus ojos y quieran buscarte Padre, En El Nombre de Jesús, Amén.