Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3)
Las personas orgullosas se comparan con otros y se sienten superiores si son capaces de hacer algo que otros no pueden hacer. En 1 Corintios 15:10, el apóstol Pablo escribió: «Pero por la gracia – el favor y bendición inmerecidas – de Dios, soy lo que soy». Si no te das cuenta de que eres lo que eres por la gracia de Dios, tednrás un concepto de ti, más alto del que deberías.
Debes Juzgarte sobriamente, sabiendo que sin Dios no puedes hacer nada valioso. El éxito sólo viene por medio de su gracia. Tus logros y habilidades no son tuyas para que te vanaglories, sino regalos de un Padre amoroso.
Si el orgullo invade tu corazón, retoma tus fuerzas para alejarlo y en oración acercarte nuevamente al Señor. Recuerda que mirando a otros desde arriba, perdemos la perspectiva para mirar lo realmente importante: el Dios amoroso, que sólo obra para nuestro bien.