(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 86. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 86 – Una Oración de Confianza en Dios
Contexto Histórico:
El Salmo 86 se atribuye a David y se considera una oración personal o una súplica de ayuda en tiempos de angustia. Aunque el salmo no proporciona detalles históricos concretos, se cree que fue compuesto por David durante un periodo de su vida en el que se enfrentó a diversos retos y enemigos.
La vida de David estuvo marcada por importantes acontecimientos y luchas, como su época de fugitivo mientras le perseguía el rey Saúl, batallas contra enemigos como los filisteos y conflictos internos dentro de su propio reino. Es probable que el contexto histórico del Salmo 86 esté vinculado a uno o varios de estos períodos difíciles.
A lo largo del salmo, David expresa su dependencia de Dios y su súplica de intervención y guía divinas. Reconoce la grandeza, misericordia y fidelidad del Señor, y busca su protección y liberación de sus enemigos. La confianza de David en el carácter de Dios y su deseo de seguir sus caminos quedan patentes en su sentida oración.
Además, el salmo refleja la relación personal de David con Dios y su confianza en Él como refugio y fuente de fortaleza. Demuestra la profunda fe de David y su comprensión de que Su Padre de los Cielos es el único que puede proporcionarle la ayuda y la liberación que necesita en tiempos difíciles.
Aunque el contexto histórico preciso puede ser incierto, el Salmo 86 se erige como una expresión intemporal de confianza individual y dependencia de Dios ante la adversidad. Sirve de recordatorio a los creyentes de toda la historia para que acudan al Señor en tiempos difíciles, buscando Su guía, protección y liberación.
Resumen del Salmo 86:
El Salmo 86 comienza con una súplica de David a Dios, reconociendo su humildad y dependencia de Él:
«Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame,
Porque estoy afligido y menesteroso.»
David expresa su confianza en Dios como su Señor y Salvador:
«Tú, Señor, eres bueno y clemente,
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.»
El salmista reconoce la grandeza de Dios y su capacidad para hacer milagros:
«Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas;
Solo tú eres Dios.»
En el versículo 7, David expresa su necesidad de la guía y el perdón de Dios:
«En el día de mi angustia te llamaré,
Porque tú me respondes.»
El salmo continúa con una petición a Dios para que le muestre su camino y le conceda un corazón unido para temer su nombre:
«Enséñame, oh Jehová, tu camino;
Andaré yo en tu verdad;
Afirma mi corazón para que tema tu nombre.»
David confía en la fidelidad de Dios y su capacidad para librarse de sus enemigos:
«Pero tú, Señor, Dios misericordioso y clemente,
Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,»
El salmo concluye con una oración de agradecimiento y alabanza a Dios:
«Te alabaré, oh Señor, Dios mío, con todo mi corazón,
Y glorificaré tu nombre para siempre.»
**Resumen General:**
El Salmo 86 es una oración de confianza en Dios en medio de las dificultades personales. David reconoce la grandeza y la misericordia de Dios y expresa su dependencia de Él. Pide la guía y el perdón del Señor y confía en su capacidad para responder a su clamor en tiempos de angustia.
El salmo destaca la fidelidad de Dios y su disposición a escuchar y responder a las oraciones de quienes le buscan con humildad y confianza. En última instancia, el Salmo 86 es una expresión de alabanza y gratitud a Dios por su bondad y misericordia.
Devocional:
Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan. (Salmos 86:5)
Fue en el Sermón de la Montaña donde Jesús enseñó a sus discípulos, entre otras muchas lecciones, cómo debemos orar. En contra de la abrumadora necesidad de las masas religiosas de dar publicidad a sus obras, Jesús presentó el modelo de la caridad secreta, la oración secreta y el ayuno secreto. Retiró el foco que durante tantos años había brillado sobre los hipócritas y encendió su luz sobre aquellos a los que había señalado primero: «Bienaventurados los humildes de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt.5:3).
En una súplica personal y sincera, David clamó al Señor pidiendo fuerza y liberación. Sus numerosas peticiones manifestaban su total dependencia de Dios. En su angustia, acudió directamente a la Fuente en busca de refrigerio y alivio. Sabía que pronto recibiría respuesta y consuelo, porque confiaba plenamente en la provisión de Dios. A pesar de estar profundamente angustiado, David no cuestionó la razón de su sufrimiento, sino que éste le motivó a multiplicar sus oraciones y a reconocer que sólo el Señor podía ayudarle.
El Señor ha ido revelando los signos de su favor hacia la humanidad desde la fundación del mundo. Su amor leal y su sublime paciencia han mantenido a los cuatro vientos de la tierra a la espera de su última cosecha. En estos últimos momentos de crisis y angustia, muchas personas de mente humilde se han despertado para gritar: «Volveos a mí y tened piedad de mí» (v.16), en respuesta directa a la llamada urgente del Señor: «Convertíos, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt.4:17). Pronto «todas las naciones… vendrán y se postrarán ante» el Señor «y glorificarán [su] nombre» (v.9).
Como David, necesitamos pedir al Señor que nos enseñe en Su camino y en Su verdad (v.11). Necesitamos mirar a Jesús y aprender de Él, no simplemente como sus alumnos, sino como sus siervos, transmitiendo a los demás el conocimiento que salva. Entonces el mundo reconocerá en nuestras vidas el signo del favor divino (v. 17). ¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, siervos de Cristo!
Oración:
Señor, Gracias por tu abundante misericordia y amor inquebrantable. Gracias porque en momentos de necesidad y adversidad, encontramos consuelo en tu fidelidad y en Tu renovada bondad. Ayúdanos a confiar en tu gracia y a buscar tu guía, sabiendo que de cualquier situación Tu poder podrá librarnos. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.