(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 39. Esperamos sea de bendición para ti)
Estudio bíblico sobre el Salmo 39
El Salmo 39 es una oración de reflexión y contemplación que se encuentra en el Antiguo Testamento de la Biblia. Se atribuye al rey David, y en ella reflexiona sobre la brevedad de la vida humana y la vanidad de las actividades humanas. El salmo está dividido en tres secciones principales, cada una de las cuales destaca un aspecto distinto de las reflexiones de David.
En la primera sección del Salmo 39, David reflexiona sobre la brevedad de la vida humana. Reconoce la fugacidad de la vida y el hecho de que todos los seres humanos son meros peregrinos en la tierra. David reconoce también la fragilidad de la existencia humana y expresa su deseo de conocer la medida de sus días y de vivir sabiamente su vida.
En la segunda sección del Salmo 39, David reflexiona sobre la vanidad de las actividades humanas. Reconoce que todos sus logros y posesiones carecen de sentido y admite que la verdadera realización sólo puede hallarse en Dios. David reconoce también la inutilidad de sus quejas y lamentos y reconoce que, incluso en su sufrimiento, debe confiar en la sabiduría y la bondad del Señor.
En la sección final del Salmo 39, David se dirige a Dios en oración. Le pide al Señor que escuche su oración y le responda, y expresa su esperanza y confianza en la misericordia y la salvación que sólo podemos obtener de Nuestro Padre Celestial. David reconoce también su propio pecado y culpa, y pide ser perdonado.
En conjunto, el Salmo 39 es una poderosa reflexión que nos recuerda que la verdadera realización y el sentido sólo pueden hallarse en Dios y nos anima a confiar en su sabiduría y bondad, incluso en medio de nuestros sufrimientos y pruebas. El salmo destaca también la importancia de la humildad y la confesión, y nos anima a dirigirnos al Señor en oración, reconociendo nuestro propio pecado y nuestra necesidad de perdón.
Explicación y significado de los Salmos 39
El significado del Salmo 39 trata de la brevedad de la vida. Recordando su enfermedad, el salmista afirma que no quería quejarse por si daba a los malvados una excusa para deshonrar a Dios. Al final, no pudo contenerse más.
La brevedad de la vida – (Salmos 39:1-6)
Sin embargo, David parece haber compuesto este lamento individual durante una prolongada enfermedad que estuvo a punto de ser mortal (cf. Job). Pero pidió a Dios que prolongara sus días en lugar de continuar con la corrección. Este salmo es bastante similar al anterior, pero en éste David no menciona la oposición de sus enemigos.
Jedutún, mencionado en el título, era uno de los principales músicos de David (1 Crónicas 16:41-42). Quizá David escribió el salmo para que Jedutún lo tocara o dirigiera, o para el grupo de músicos bajo su dirección.
Finalmente, David encontró alivio expresando su frustración a Dios. Oró para que Dios le enseñara a apreciar la brevedad de la vida humana (cf. Salmo 90:10; Salmo 90:12). Evidentemente, David era un anciano en aquella época. Su vida parecía muy corta mirando hacia atrás. En tiempos de David, la gente medía las distancias cortas con un palmo (Salmos 39:5).
La importancia de la fe en Dios – (Salmo 39:7-13)
El salmista se arrojó sobre el Señor, confiando en que Él haría agradable el resto de su vida. El sufrimiento de David se debía al castigo de Dios. Tal vez había pecado con la boca y por eso se sentía obligado a guardar bien su discurso (cf. Salmos 39:1-2).
David necesitaba alivio. Hablaba como si sintiera que Dios masticaba su vida como la polilla se come un vestido. La larga duración de su aflicción le hacía sentir la brevedad de la vida. Dios le estaba disciplinando (cf. Hebreos 12:5-11). David pidió a Dios que le quitara Su corrección, fuera cual fuera, para poder disfrutar de sus últimos años de vida.
La brevedad de la vida te impresiona cada vez más a medida que envejeces. La gente suele ser más consciente de ello en los momentos de tristeza que en los de felicidad. Es natural que un creyente desee que Dios le enseñe a vivir sabiamente, y que sea paciente con su pecaminosidad en vista de la brevedad de la vida.
Devocional:
He aquí, diste a mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti; Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah (Salmos 39:5)
La vanidad de la vida que destaca David en el Salmo de hoy encuentra un paralelismo con lo que escribiría más tarde su hijo Salomón: «vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Ecl.1:2). Tanto el padre como el hijo han llegado a una conclusión: la vida en este mundo es un soplo, es pasajera. «En efecto, el hombre pasa como una sombra; en vano se inquieta» (v.6).
El salmista comienza con un monólogo. Es David hablando consigo mismo, más o menos así
– Debo estar en guardia para no hablar demasiado. Cerraré la boca ante los que no temen a Dios.
El resultado fue angustia y desesperación. Llegó a darse cuenta de la brevedad de la vida y de todo lo que el hombre acumula en esta tierra (v. 6). Todo es «pura vanidad» (v. 11). Mientras la esperanza de muchos esté puesta en esta vida pasajera y en las cosas de este mundo, pasará «como una sombra» (v.6). Pero si el Señor es nuestra esperanza, podemos estar seguros de que, aunque tengamos que pasar por el fuego de las pruebas (v. 11), Él escuchará nuestra oración (v. 12).
Aunque David comenzó el Salmo como la figura de un hombre que guardaba silencio (v.2), lo terminó con un «grito de auxilio» (v.12). Podemos incluso guardar silencio para evitar hablar lo innecesario, pero no podemos descuidar el diálogo con el Eterno. Día y noche debemos clamar: «Escucha, Señor, mi oración» (v.12). Antes de que se agote nuestro límite de tiempo de vida llamado «nada» (v.5), antes de que sea demasiado tarde, dejemos que nuestro «grito de auxilio» llegue a los oídos misericordiosos de Dios. Reconocer que somos seres finitos y dependientes de Él nos hace mirar hacia Aquel que es eterno y declarar: «Tú eres mi esperanza» (v. 7).
Pongamos nuestras vidas en manos de Jesús. ¡Él es la Vida misma (Jn 14,6)! Y aunque muramos aquí, cuando Él vuelva «con poder y gran gloria» (Mt 24,30), nuestras vidas pasarán de ser «unos palmos» (v.5) a ser días incontables. ¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, peregrinos de camino a casa!
Oración:
Señor, que pueda yo, aprovechar bien mis días para glorificarte, buscarte y servirte, siendo heredero de Tus promesas eternas, y poniendo siempre mi esperanza en Ti, y en ellas, sin importar la dificultad. Ayúdame a logralo Padre. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.