(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 64. Esperamos sea de bendición para ti)
Explicación y significado del Salmo 64
Salmo 64: Un clamor de liberación y justicia
El Salmo 64 es un clamor suplicante que clama por la liberación de las maquinaciones de los malvados y un llamamiento para que prevalezca la justicia de Dios. Atribuido al rey David, este salmo encierra la angustia de un alma amenazada por los adversarios y que busca refugio en la protección del Señor. Mediante imágenes vívidas y emociones crudas, el salmista reflexiona sobre las traicioneras conspiraciones del enemigo y deposita una confianza inquebrantable en la intervención divina.
El peligro de las conspiraciones y los planes
El salmo se abre con una súplica para llamar la atención del Señor: «Escucha, oh Dios, la voz de mi queja». El tono del salmista es urgente, pues refleja el peligro inmediato que suponen los adversarios que conspiran. Describen los planes de los malvados como «tramas secretas» y «astuto consejo». Se describe a los enemigos afilando sus lenguas como espadas y lanzando flechas de palabras amargas, lo que pone de relieve la guerra psicológica y verbal que está en curso.
Una llamada a la intervención divina
En medio de la confusión, el salmista se dirige a Dios como fuente última de refugio y liberación. Reconocen que sólo Dios puede protegerles de los ataques de los impíos. La dinámica del Salmo cambia para incluir la metáfora de un escudo: «Tú los preservarás del maligno». Esta imagen subraya el papel de Dios como barrera protectora contra el mal.
La certeza del juicio divino
El salmista expresa su confianza en que Dios responderá a los planes del malvado con el castigo divino. Afirman: «Pero Dios les disparará una flecha; de repente serán heridos». Este versículo se hace eco del uso de flechas por parte del enemigo anteriormente en el salmo, lo que sugiere una inversión de la suerte. La convicción del salmista en la capacidad del Señor para dar salida a una situación tan comprometida habla de su fe en la justicia divina.
La revelación de la justicia de Dios
A medida que avanza el salmo, el centro de atención se desplaza hacia la revelación de la justicia de Dios. El salmista contempla cómo los malvados son atrapados por sus propias tramas, subrayando que sus propias «lenguas caerán sobre sí mismas». Las palabras engañosas de los malvados, destinadas a dañar a los demás, conducirán finalmente a su propia perdición. Esta reflexión subraya el principio de la retribución divina, un tema recurrente en los Salmos.
Una respuesta de reverencia
El salmo concluye con una llamada a los justos para que respondan con reverencia y temor ante la manifestación de la justicia de Dios: «Y todos los hombres temerán y anunciarán la obra de Dios, pues considerarán sabiamente Su obra». El salmista prevé una respuesta colectiva de testimonio de las acciones del Señor y de reconocimiento de Su soberanía. Esta respuesta está arraigada en la comprensión y la sabiduría, y reconoce la conexión entre las acciones de Dios y Sus propósitos divinos.
Salmo 64: Lecciones para hoy
El Salmo 64 ofrece una ventana a la experiencia humana de enfrentarse a la adversidad y la búsqueda de la justicia. Habla de la lucha eterna entre las fuerzas del mal y el deseo de que prevalezca la justicia. La súplica de liberación de los salmistas y su confianza inquebrantable en la intervención de Dios resuenan en las personas que afrontan desafíos y buscan refugio en la presencia protectora de Dios.
En un contexto contemporáneo, el Salmo 64 nos recuerda el poder de la oración para superar la adversidad y la injusticia. Nos anima a acudir a Dios en tiempos de angustia, depositando nuestra fe en Su capacidad para desenmascarar las artimañas de los malvados y hacer justicia. Además, el salmo subraya la importancia de responder a las revelaciones divinas con reverencia y sabiduría, reconociendo que los caminos del Señor son justos y tienen un propósito.
Al contemplar las palabras del Salmo 64, recordemos que Dios es nuestro refugio en tiempos de angustia. Al igual que el salmista encontró seguridad en la protección de Nuestro Padre de los Cielos, que nosotros también encontremos consuelo en Su amor inquebrantable y en Su presencia que nos guía. Que este salmo nos inspire a afrontar los retos con fe, a buscar la justicia con humildad y a confiar en Aquel que reina sobre todo.
Devocional:
Se alegrará el justo en Jehová, y confiará en él; Y se gloriarán todos los rectos de corazón. (Salmos 64:10)
La oración es el instrumento más poderoso que Dios ha dado al hombre. Mediante la oración, entramos en la sala del Eterno sin ninguna burocracia de tiempo, duración o razón. En cualquier momento y desde cualquier lugar, podemos expresar con palabras humanas lo que el Espíritu Santo transforma en «gemidos inefables» (Rom.8:26) y lo que Cristo presenta ante el Padre, «como Ministro del santuario y del tabernáculo verdadero que erigió el Señor, no el hombre» (Heb.8:2).
Espantado por el ataque del «terror del enemigo» (v.1), David acudió a Dios en busca de ayuda y liberación. Desde que el pecado entró en el mundo, ha habido un enemigo que ha sembrado el terror en la tierra. Su furia contra Dios se ha vuelto contra aquellos a quienes el Señor ama. En la destrucción de una vida, en la ruptura de una familia, en la disolución de un matrimonio, en los cristianos inconsecuentes, en la promiscuidad sin límites, Satanás vislumbra con orgullo la materialización de su proyecto temporal, pero trágico y negado de bendición. Y además del tercio de ángeles caídos que tiene a sus órdenes (Ap.12:4 y 9), también tiene a sus agentes humanos, que son utilizados para «golpear a los justos» (v.4).
Mientras la mayoría rechaza las palabras de vida y esperanza, obstinadamente «dando la espalda al amor de Dios por medio de Cristo Jesús» (v. 5), «los rectos de corazón todo lo glorían» (v. 10), gloriándose en Dios y en la certeza de que Él tiene el control de todas las cosas. Muy pronto, «todos los hombres temerán y anunciarán las obras de Dios y comprenderán lo que hace» (v.9), pero no con arrepentimiento, sino con la angustia indescriptible de los que ya no tienen tiempo. Hoy, ahora, mientras haya gracia, es el momento de la confesión y del arrepentimiento, para entrar en el Santísimo, confiando en los méritos de Aquel que es nuestro «Abogado ante el Padre, Jesucristo el justo» (1Jn.2:1).
¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, rectos de corazón!
Oración:
Escucha nuestra voz, oh Señor, en medio de nuestras luchas y; ¡preserva nuestras vidas del terror del enemigo de las almas! En Nombre de Jesús, te lo imploramos, Amén