(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 137. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 137: El Lamento de los Exiliados.
El Salmo 137 es un poema conmovedor y emotivo. A menudo se le conoce como el «Lamento de los exiliados» o el salmo «Junto a los ríos de Babilonia». Se cree que este salmo fue escrito durante el exilio babilónico, un periodo en el que los israelitas fueron sacados a la fuerza de su patria y mantenidos cautivos en Babilonia.
El salmo comienza con una vívida imagen de los exiliados israelitas sentados junto a los ríos de Babilonia, llenos de dolor y añoranza por su patria. Se les representa llorando al recordar Sión, la ciudad de Jerusalén. Los captores babilonios, conscientes de la desesperación de los israelitas, les exigen burlonamente que canten canciones de alegría y les entretengan con su música. Pero los exiliados, consumidos por su dolor, se niegan a obedecer y expresan en cambio su determinación de recordar Jerusalén y permanecer fieles a su Dios.
A medida que el salmo avanza, da un giro dramático. El salmista expresa un profundo deseo de venganza contra los babilonios, pidiendo la destrucción de la ciudad y de las personas que habían causado su sufrimiento. Pronuncia una maldición, deseando que los hijos de Babilonia sean estrellados contra las rocas. Esta imprecación refleja el intenso dolor y la ira que sienten los exiliados, que han sido testigos de la destrucción de su amada ciudad y del sufrimiento de su pueblo.
Aunque el tono vengativo del salmo pueda parecer duro e inquietante, es importante entenderlo dentro del contexto histórico y cultural del exilio babilónico. Los israelitas habían soportado inmensos sufrimientos y pérdidas, presenciando la destrucción de su templo y la devastación de su patria. En su angustia, claman por justicia y retribución, expresando su profundo anhelo de vindicación y restauración.
El Salmo 137 sirve de poderoso recordatorio de la capacidad humana tanto para el lamento como para la esperanza. Reconoce el dolor y la angustia experimentados por los exiliados, dejando espacio para que se expresen sus crudas emociones. Al mismo tiempo, también revela la resistencia y la fe perdurable de los israelitas. A pesar de su desesperación, se aferran a su identidad como pueblo de Dios, negándose a olvidar Jerusalén y manteniéndose firmes en su devoción.
Este salmo tiene relevancia aún hoy en las personas y comunidades que han experimentado desplazamientos, pérdidas o persecuciones a lo largo de la historia. Habla de la experiencia humana universal de anhelar un lugar al que llamar hogar y de la angustia que produce el desarraigo de un entorno familiar. También plantea cuestiones profundas sobre la justicia, el perdón y la tensión entre aferrarse a los agravios y encontrar un camino hacia la curación.
En el contexto de la narrativa bíblica más amplia, el Salmo 137 apunta hacia el eventual regreso de los israelitas del exilio y la restauración de Jerusalén. Sirve como testamento de la esperanza y la fe duraderas del pueblo judío, incluso en medio de sus días más oscuros. Recuerda a los lectores el poder transformador de la misericordia de Dios y la posibilidad de redención.
En conclusión, el Salmo 137 es una expresión profundamente emotiva y evocadora del dolor, el anhelo y la resistencia de los exiliados israelitas durante el cautiverio en Babilonia. Capta las profundidades del sufrimiento humano y el anhelo de justicia y restauración. Aunque su lenguaje imprecatorio puede resultar desafiante, sirve como poderoso recordatorio de las complejidades de la experiencia humana y del profundo anhelo de sanación y redención.
Devocional:
Junto a los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sion. (Salmos 137:1)
Hay días en los que uno se siente literalmente en el hoyo. Y con qué frecuencia esos días se convierten en semanas interminables.
Por mucho que queramos salir de ese agujero, no vemos la forma de hacerlo. Nos sentamos con la cabeza baja, llorando sin parar.
Incluso ocurre que estamos tan secos que ya no podemos ni llorar. No tenemos ganas de sonreír, y mucho menos de reír.
En estas circunstancias, nos resulta extremadamente difícil hablar, por lo que suena a alta provocación que ciertas personas que nos oprimen nos sugieran que cantemos para entretenerles. No nos toman en serio y lo peor de nosotras acaba en la punta de la lengua aquí y allá.
Es difícil mantener el equilibrio cuando te importunan la mayor parte del tiempo y luego, en un santiamén y para divertirse, te presentan una lista de temas para discutir sobre tu fe.
Nuestros corazones y gargantas se blindan y deciden no permitir que nos canten ninguna canción. No es que hayamos olvidado a Dios o borrado de nuestra mente los numerosos recuerdos de su familia.
De hecho, son precisamente esas deliciosas experiencias pasadas las que nos ayudan a seguir adelante en los momentos más oscuros de nuestra vida. Lo que realmente bloquea nuestra alegría es la sensación de aparente impunidad de quienes siembran la violencia y el mal.
Allí, en medio del fragor de la injusticia, incluso las expresiones imprecatorias nos parecen legítimas.
Pero ahora, como seguidores de Jesús, sabemos que la solución no es responder a la injusticia con la misma moneda.
Así que, para mantener la cordura, debemos seguir desahogándonos con Dios y responder al mal con el bien.
Oración:
Amado Padre, en los momentos de profunda tristeza y desaliento, me acerco a Ti con el corazón afligido. Reconozco que hay días en los que siento que estoy en un hoyo sin salida. En esos momentos, te pido fortaleza para mantener la calma y la cordura. Ayúdame a resistir la tentación de responder al mal con más mal, y en su lugar, capacítame para responder con amor y bondad. Permíteme encontrar consuelo en la comunión contigo y en los recuerdos de tus bondades pasadas. Que tu paz y tu gracia me llenen, y que mi vida sea un testimonio vivo de tu amor incondicional. En el nombre de Jesús, Amén.