“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:7-9)
Sin dudas, que la vida es un camino que será recorrido con altos y bajos. Habrás escuchado alguna vez la comparación de la vida como una montaña rusa; subimos, nos regocijamos, disfrutamos, pero también en ciertos momentos, nos veremos inmersos en la posibilidad de caer, vernos invadidos por la angustia y la preocupación. Es ese su ciclo normal.
Lo realmente importante de todo ello, es no cometer el error de buscar con mayor rapidez al Señor, cuando las cosas no estén siguiendo el rumbo que esperamos. Como nos exhorta el Apóstol Pablo en las escrituras de hoy: en las buenas y en las malas el amor de Dios será constante ¿Puedes esperar algo mejor?
No solo debemos reconocer a Dios, independientemente de las circunstancias que estemos atravesando, sino que debemos tener presente que nuestra relación con Él es la mayor de nuestras bendiciones. Cuando nos percatamos de que el tesoro más valioso de nuestras vidas, se encuentra en la comunión con El Señor a través de su palabra, observaremos que todo lo demás, incluso las mejores cosas que nos sucedan, se quedarán pequeñas, al compararlas con el regocijo de caminar junto a Dios y de contar con su presencia, cada día de nuestra existencia.
No lo olvides: Nada más grande y valioso habrá que vivir en Dios. Recuérdalo siempre, en las buenas y en las malas.
Palabra diaria: Señor, tu presencia bendice mi vida ante cualquier situación. Ayúdame a no olvidarlo, recordando que en la abundancia o en la escasez, en la alegría o en la tristeza, mi tesoro más valioso es contar con tu amor incondicional.