Palabra:
«El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre. Se llenan de savia los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano que él plantó. Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña. Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos.» (Salmos 104:14-18)
El salmo de hoy es un hermoso canto a las evidencias inequívocas del poder de Dios, Pero, ¿realmente nos hemos tomado la pausa necesaria para percibir en toda su extensión esta gran exhibición de gracia, deleite y dulzura que Dios cada día nos regala? Es hora de ser conscientes de la multitud de dones que El Señor ha puesto a nuestro alrededor, disfrutando con la mayor intensidad, cada uno de ellos. Se trata de apreciar el mundo que hoy se te presenta, aquí y ahora, agradeciendo cada nueva oportunidad de permanecer en él.
Jesús nos brindó un maravilloso ejemplo de esa actitud. Amaba a los niños, disfrutaba de compartir con todos en las fiestas, bodas y demás acontecimientos, al mismo tiempo que daba cuenta de las necesidades de los hambrientos, y que llenaba de gozo el corazón de los desposeídos. En su paso por la tierra completó el propósito al que fue llamado y dijo : Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. (Juan 17:4-5)
Sigamos el ejemplo de Jesús y vivamos el aquí y ahora disfrutando la obra en la que El Señor nos ha incluido. Demos gracias en todo y recordemos que Dios no requiere que entendamos y hallemos explicación de todos los eventos de nuestra vida. Sólo desea que a la luz de su palabra, encontremos las instrucciones para disfrutar la misma, como su más hermoso regalo, honrándole y sirviéndole, con fidelidad y compromiso, en cada paso que demos.
Oración:
Señor, permíteme disfrutar cada día las maravillosas bendiciones que con amor nos regalas, porque son ellas muestra de Tu grandiosa obra de creación en la que nos has hecho parte, siempre desde Tu gracia y en Tu infinita misericordia. Amén.