Palabra:
«Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo» (Santiago 3:2)
Según la escritura de hoy, uno de los rasgos que denota la maduración de espíritu que hemos alcanzado caminando junto a Dios, es el don de la prudencia en aquellos que expresamos. Involucra pensar antes de emitir una opinión, siendo conscientes de que al hacerlo, evitaremos pronunciar comentarios hirientes, u ofensas a aquellos que nos rodean.
Esta característica se corresponde con otra expresada en Santiago 1:26 bajo la que respaldamos nuestra fe con palabras que reflejen la presencia de Dios en nuestras vidas. En tal pasaje las escrituras dictan: «Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana».
Nuestra continua confianza en Dios y la maduración de nuestra fe, se corresponderá entonces con la medida en que podamos controlar aquello que decimos, es decir, refrenar la impulsividad de la crítica, de ante la frustración emitir una ofensa y de tomar con nuestras declaraciones, revancha ante una decepción.
Comenzando por refrenar nuestra boca, podremos luego controlar, como lo menciona la escritura de hoy, nuestro cuerpo y llegar asi a la maduración de espíritu que Dios quiere que tengamos.
Por ello declaremos hoy: En la gracia de Dios soy capaz de controlar mis palabras y mis actos.
Oración:
Señor, permiteme encontrar bajo Tu gracia el equilibrio entre mis pensamientos, palabras y acciones. Guiame a que cada una de ellas reflejen los hermosos sentimientos que día a día siembras en mí. Amén
Resumen de Capítulo – Santiago 3:
Santiago 3 advierte sobre los peligros del uso imprudente de la lengua, específicamente de las palabras que pronunciamos, destacando cómo un pequeño miembro puede causar grandes problemas, similar a un pequeño timón que dirige un gran barco. Santiago compara nuestras palabras con un fuego capaz de corromper toda la vida. El capítulo también aborda la sabiduría, contrastando la sabiduría terrenal, egoísta y envidiosa, con la sabiduría celestial que es pura, pacífica y considerada, fomentando buenas obras y humildad.
Referencias Cruzadas – Santiago 3:2:
Salmos 39:1:
«Dije: Guardaré mis caminos Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, Mientras el impío esté delante de mí.»
Proverbios 10:19:
«En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.»
Proverbios 13:3:
«El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.»
Mateo 12:36-37:
«Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.»