Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Isaías 41:13
A veces encontramos resistencia cuando escudriñamos seguir al Espíritu Santo, y muchas veces esa oposición se presenta en forma de miedo, no solo de grandes temores, como el miedo a un desastre natural o una enfermedad terrible o alguna otra catástrofe, sino una sensación persistente de ansiedad e inquietud por cosas comunes y cotidianas. El enemigo incluso trata de hacernos temer orar con valentía. Él quiere que nos acerquemos a Dios con temor y no con fe.
Algunas personas viven todos los días con una angustia interna constante de pequeños miedos, haciendo comentarios cómo: con este tráfico llegaré tarde al trabajo, el día no será como esperaba, con esta lluvia torrencial, tal vez vuelva a enfermarme, en medio de tanta aglomeración de personas, entre otros. Estos temores cotidianos son realmente menores, pero aún son miedos e incluso obstaculizan el estilo de vida de escuchar a Dios al mantener a las personas enfocadas en sus preocupaciones. En lugar de permitir al enemigo que nos ataque con pequeñas cosas e infectar nuestras vidas con estos temores continuos de bajo nivel, necesitamos orar y confiar en Dios.
Mi lema es «Ora por todo y no temas a nada». Cuando estamos desarrollando un estilo de vida de hablar y escuchar a Dios, necesitaremos resistir agresivamente los pequeños miedos, hábitos y patrones de pensamiento que no promueven o apoyan la oración. El Espíritu Santo quiere ayudarnos a hacer esto, así que necesitamos pedirle que nos saque de los hábitos negativos y nos lleve a una actitud positiva que nos mantenga regularmente conectados con Dios en la fe a lo largo del día. A medida que continuamos permitirle al Espíritu Santo que nos guíe de esta manera, nuestras oraciones y la capacidad de escuchar a Dios serán tan fáciles y normales como respirar.
Señor, que los miedos pequeños de mi día, no sean una barrera para no acceder a las bendiciones que quieres entregarme. Ayúdame Padre, a no caer ante los ataques del enemigo, que buscan hundirme en pensamientos negativos. Por el contrario obra en mi para que piense positivamente y tenga siempre mi esperanza puesta en la maravilla y bendición de Tus promesas. En El Nombre de Jesús, Amén.