El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Juan 3:18
Muchas personas piensan que rechazar a Cristo es una decisión que no acarrea consecuencias. Aunque no les importa que otros sigan al Señor, ellas parecen estar bien sin Él. Sin embargo, no consideran las consecuencias tanto presentes como eternas de su incredulidad.
Ya que el juicio de Dios es visto a menudo como un evento futuro, la urgencia de la salvación puede ser descuidada por las personas que desean disfrutar de los placeres de la vida terrenal y no sienten la necesidad de un Salvador. Pero Cristo dijo que quienes no creen en Él ya han sido condenados, porque aman las tinieblas y no quieren que sus pecados sean expuestos por su luz. En otras palabras, aman su pecado y no están dispuestos a apartarse de él. Vivir de esa manera les parece bien y les permite actuar de acuerdo con sus deseos.
También hay quienes afirman creer en Cristo, aunque siguen amando sus pecados y tratando de esconderlos. Pero los intentos de tener ambas cosas no funcionarán, y tales personas permanecen en la oscuridad.
Los placeres del pecado son temporales (He 11.25). Los sabios son los que de verdad creen y anhelan venir a la luz; no quieren envolverse en un estilo de vida impío. Recuerde que nunca es demasiado tarde para acudir al Señor.
Señor, pongo toda mi fe en Ti, y te pido me des la gracia para ser un ejemplo de ello, ante los que me rodean, de forma que a todos aquellos incrédulos que encuentre en mi camino, los atraiga a Tus Santos caminos, con cada una de mis obras. En El Nombre de Jesús, Amén.