Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:19-23
Muchas personas en el mundo hoy valoran poco los compromisos. Vemos que los políticos se retractan de las promesas de campaña una vez que asumen el cargo, y algunos amigos se apresuran a hacer nuevos planes cuando surge una mejor oportunidad. Algunas personas incluso toman los votos matrimoniales a la ligera.
Felizmente, Dios siempre cumple su Palabra y nunca cambia. Eso significa que podemos confiar en que Él hará lo que dice en las Sagradas Escrituras. La Biblia está llena de sus promesas, que nos dan estabilidad en un mundo inseguro.
Las promesas del Señor revelan su carácter. Cada vez que lo vemos cumplir su palabra, aprendemos un poco más acerca de su grandeza, fidelidad, amor, poder y soberanía. Como resultado, nuestra confianza en Él crece. Y lo que es más, sus promesas nos consuelan en tiempos de angustia. Cuando luchamos con dudas acerca de nuestra salvación, la Biblia nos ofrece seguridad en cuanto a nuestro futuro eterno.
En un mundo cambiante donde las promesas a menudo se rompen, es tranquilizador saber que servimos al Dios, quien siempre hace lo que dice. Piense en la esperanza que brindan sus promesas. Entonces alábele por la manera como ellas revelan su carácter y lo glorifican.
Señor, en medio de la dificultad, hazme recordar Tus promesas de salvación, bienestar y paz, de forma que en ellas encuentre el consuelo que necesito para seguir adelante y reclamar la victoria que sé que deseas entregarme. En El Nombre de Jesús, Amén.